Capitulo 57

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Justo antes del amanecer, Britt se despertó sobresaltada.

Su guapa esposa estaba a su lado, con expresión relajada mientras dormía.

Parecía más joven. Le recordó a la Santana que había conocido en el porche de Grace.

Le resiguió con el dedo las cejas, sintiendo un gran amor y una gran satisfacción en su interior.

Se levantó, ya que no quería molestarla. Encontró una camisa de Santana en el suelo y se la puso antes de salir a la terraza.

Se adivinaba un atisbo de luz en el horizonte, sobre las colinas ondulantes del paisaje de Umbría. El aire era frío, demasiado frío para estar en la terraza, a no ser que se estuviera dentro del jacuzzi, pero la vista era espectacular y Britt no podía apartarse. Necesitaba beber de su belleza. Igual que necesitaba un momento de intimidad. A solas.

Mientras crecía, Britt se había sentido siempre indigna. Consideraba que no merecía ver sus deseos satisfechos ni tampoco ser amada. Pero ya no se sentía así. Una oración de gratitud brotó de su alma, elevándose hacia el cielo.

Santana alargó la mano hacia Britt, pero encontró la cama vacía. Exhausta por la agotadora actividad de las últimas horas, tardó unos instantes en despertarse del todo.
Habían hecho el amor varias veces y se habían turnado adorándose mutuamente con la boca y las manos.

Sonrió. Todos los miedos y ansiedades de Britt parecían haberse desvanecido.

¿Sería porque ahora estaban casadas? ¿O porque habían pasado juntas el tiempo suficiente y se había convencido de que no volvería a hacerle daño?

No lo sabía. Pero estaba satisfecha porque ella estaba satisfecha. Se había entregado a ella con una seguridad y una confianza que antes habrían sido impensables y ella valoraba su entrega como lo que era: un regalo nacido del amor y la confianza absoluta.

Sin embargo, despertarse y encontrar la cama vacía la ponía nerviosa. Así que, en vez de quedarse allí tumbada, dándole vueltas al asunto, se levantó en busca de su amada. No le costó mucho encontrarla.

- ¿Estás bien? -le preguntó, saliendo a la terraza.

-Maravillosamente, Soy feliz.

-Pillarás una pulmonía -la reprendió Santana, quitándose el albornoz y cubriéndola con él.
Cuando se volvió para darle las gracias, vio que estaba desnuda-Tú también.

Santana se echó a reír y, abriendo el albornoz, la abrazó para que las abrigara a las dos Britt suspiró. Sentir sus cuerpos pegados y desnudos era algo muy agradable.

- ¿Fue todo de tu agrado anoche? -preguntó Santana, frotándole la espalda por encima de la tela.

- ¿No lo notaste?

-No hablamos demasiado, como recordarás. Tal vez querrías haber podido irte adormir antes. Ya sé que teníamos que ponernos al día, pero...

-Me falta un poco de práctica, y estoy agotada, pero me encanta -la interrumpió Britt, ruborizándose-. Anoche fue aún mejor que nuestra primera noche juntas. Y, ciertamente, tal como dijiste, todo fue más vigoroso.

Santana se echó a reír-Estoy de acuerdo.

-Hemos vivido muchas cosas. Siento que nuestra conexión es más profunda -dijo ella, acariciándole el hombro con la nariz-. Y ya no tengo miedo de que desaparezcas.

-Soy tuya -susurró Santana-. Y yo también siento la conexión. La necesitaba Y te la mereces. Cuando te toco, cuando te miro a los ojos, veo nuestro pasado y nuestro futuro. -Hizo una pausa y le alzó la barbilla para verla mejor-Es impresionante.

Britt le dio un beso en los labios antes de acurrucarse contra sus pechos-Pasé demasiado tiempo en las sombras. -La voz de Santana temblaba de emoción-Tengo tantas ganas de vivir en la luz. A tu lado.

Ella le sujetó la cara entre ambas manos, obligándola a mirarla-Ya estamos en la luz Y te quiero.

-Y yo te quiero a ti, Brittany Susan Pierce soy tuya en esta vida y en la siguiente.

Besándola en los labios una vez más, Santana la llevó de vuelta al dormitorio.

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El infierno de Santana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora