Santana cerró los ojos, pero sólo un instante. Una sonrisa, dulce y lenta, apareció en su rostro. Su mirada se volvió suave y muy cálida—Me has encontrado— se mordió el interior de la mejilla para no echarse a llorar al oír su voz. Era la voz que recordaba. Llevaba mucho tiempo esperando volver a oírla. Llevaba muchos años esperando que ella regresara a su vida—Beatriz. —Agarrándola de la muñeca, tiró de ella. Se apartó un poco en la cama para hacerle sitio, rodeándola con los brazos mientras Britt apoyaba la cabeza en su pecho—Pensaba que te habías olvidado de mí.
—Nunca —contestó, sin poder contener las lágrimas por más tiempo—He pensado en ti cada día.
—No llores. Me has encontrado.
Santana cerró los ojos y volvió la cabeza. Su respiración empezaba a regulársele otra vez. Brittany trató de quedarse quieta para no molestarla con sus sollozos, pero el dolor y el alivio mezclados eran tan fuertes que no pudo evitar que la cama temblara un poco. Las lágrimas formaron dos riachuelos que descendían por sus mejillas y se unían sobre los pechos a bronceados de ella su Santana la había recordado. Su Santana había regresado—Beatriz—Le rodeó la cintura con un brazo y susurró en su pelo, todavía húmedo de la ducha—No llores.
Y con los ojos cerrados, la besó en la frente, una, dos, tres veces—Te he echado tanto de menos —murmuró Britt, con los labios pegados a su pecho.
—Me has encontrado —musitó Santana—Debí haberte esperado. Te quiero.
Ella se echó a llorar con desesperación, abrazándose a Santana como si se estuviera ahogando y fuera su tabla de salvación. Le besó el pecho con suavidad mientras le acariciaba el abdomen. Como respuesta, los dedos de Santana le acariciaron la piel erizada de los brazos antes de deslizarse bajo la camiseta. Tras recorrerle la espalda con delicadeza, se acomodaron en la parte baja de su espalda, donde permanecieron quietos cuando ella regresó al país de los sueños con un suspiro—Te quiero, Santana Te quiero tanto que me duele —dijo Britt, apoyándole la mano sobre el corazón y luego le susurró las palabras de Dante, algo cambiadas:
El amor se adueñó de mí durante tanto tiempo que su señorío acabó por resultarme familiar y aunque al principio me irritaba, aprendí a apreciarlo lo guardo en mi corazón, que es donde mejor se guardan los secretos y así, cuando me destroza la vida como nadie sabe hacerlo y parece que no me quedan fuerzas para nada más mi yo más profundo se siente libre de angustia, liberado de todo mal porque el amor hace brotar de mí tanto poder que mis suspiros más que hablar, gritan. Lastimeramente suplican que mi Santana me salude cada vez que me abraza, todo es más dulce de lo que las palabras pueden expresar.
Cuando se le secaron las lágrimas, Brittany le dio varios besos inseguros en los labios y cayó en un sopor profundo y sin sueños entre los brazos de su amada.
Cuando se despertó, eran ya las siete de la mañana Santana seguía profundamente dormida de hecho, estaba roncando.
Aparentemente, ninguna de las dos se había movido en toda la noche Britt nunca había dormido tan bien como esa noche. Bueno, sí, una vez no quería moverse no quería separarse de ella ni un centímetro. Quería permanecer en sus brazos para siempre y fingir que nunca se habían separado «Me reconoce. Me ama. Por fin.» Nunca se había sentido amada antes. No realmente ella se lo había susurrado anteriormente y su madre se lo había dicho a gritos, pero sólo cuando estaba borracha, por lo que sus palabras no habían calado en la conciencia de Brittany ni en su corazón. No se lo había creído, porque eran palabras huecas, no respaldadas por sus actos. Pero creía a Santana.
Y así, esa mañana, por primera vez, Britt se sintió amada. Sonrió con tantas ganas que pensó que se le iba a romper la cara. Acercó los labios al cuello de Santana la acarició ella gimió débilmente y la abrazó con más fuerza, pero su respiración honda y regular le indicó que seguía profundamente dormida Brittany tenía la suficiente experiencia con alcohólicas como para saber que estaría resacosa y probablemente de mal humor cuando se despertara, así que no tenía demasiada prisa por que lo hiciera había sido una suerte que la noche anterior se hubiera comportado como una borracha seductora e inofensiva ese tipo de borracheras ella sabía cómo manejarlas. Era el otro tipo el que le daba miedo pasó casi una hora empapándose de su calor y su olor corporal, disfrutando de su cercanía, acariciándole delicadamente el torso aparte de la noche que había compartido con ella en el bosque, esos momentos estaban siendo los más felices de su vida. Pero al final tendría que marcharse sigilosamente, salió de debajo de su brazo y fue de puntillas hasta el cuarto de baño, cerrando la puerta vio una botella de colonia Chanel en el tocador y la abrió para olerla. No era el aroma que recordaba del huerto. Su olor en aquella época había sido más natural, más... salvaje «Éste es el aroma de la nueva Santana es como ella... imponente. Y ahora es mía.» Brittany se cepilló los dientes, se recogió el pelo, rizado y alborotado en un nudo y se dirigió a la cocina en busca de una goma elástica o de un lápiz para sujetárselo. Resuelto el tema del pelo, fue a sacar la ropa de la lavadora y la metió en la secadora. No podía volver a casa hasta que estuviera seca, pero no tenía intenciones de marcharse ahora que ella la había recordado « ¿Y qué pasa con Paulina? ¿Y con Quinn?» Britt apartó esos pensamientos de su mente. Eran irrelevantes Santana la amaba. Por supuesto, dejaría a Paulina «Pero ¿cómo vamos a resolver el problema de que sea mi profesora? ¿Y si es alcohólica?» Años atrás, se había jurado que no tendría nunca una relación con una alcohólica pero en vez de plantearse esa posibilidad de manera directa y honesta, desechó todas las sospechas y dudas a un rincón de su mente. Quería creer que su amor sería capaz de vencer todos los obstáculos.