Los alumnos del seminario permanecieron sentados en el aula, súbitamente silenciosa, atónitos. La mayor parte de ellos no eran expertos en Dante y no tuvieron problema en aceptar el altercado como un debate entretenido, aunque algo aberrante. Todo el mundo sabía que los académicos se apasionaban mucho cuando discutían sobre su materia. Al parecer, algunos, como Brittany o la profesora López, eran más apasionadas que el resto se veía venir que el seminario de ese día iba a acabar en desastre aunque Lucy había presenciado cosas peores durante el seminario de la profesora Singer sobre métodos de tortura medieval el semestre anterior un curso que había resultado ser más... práctico de lo que cabía esperar cuando los estudiantes se convencieron de que el enfrentamiento se había acabado y de que no habría segundo asalto (ni palomitas), empezaron a marcharse. Los últimos en salir fueron Quinn, Lucy y Brittany tras fulminar a Brittany con la mirada, Quinn salió en busca de La Profesora como un patito detrás de su madre.
Lucy cerró los ojos y gruñó— ¿Tienes tendencias suicidas?
— ¿Qué? —Brittany parecía acabar de despertarse de un sueño.
— ¿Por qué la has provocado de esa manera? ¡Está buscando una excusa para librarse de ti! Ella empezó a darse cuenta de la magnitud del lío en que se había metido. Era como si, durante la clase, se hubiera convertido en otra persona. Había soltado veneno y rabia por la boca sin acordarse de que no estaban solas. Y en esos momentos se sentía desinflada como un globo pinchado después de una fiesta de cumpleaños. Recogió sus cosas lentamente, preparándose para lo que sabía que iba a ser una conversación difícil y desagradable con La Profesora en su despacho—Me parece que no deberías ir —le dijo Lucy.
—No quiero hacerlo.
—Pues no vayas. Envíale un correo electrónico. Dile que estás enferma. Y que lo sientes.
Brittany se lo planteó seriamente durante un momento era muy tentador. Pero sabía que su única posibilidad de salvar su carrera académica pasaba por echarle... ovarios y aceptar el castigo que Santana quisiera imponerle. Después ya se ocuparía de recoger los trocitos de su vida personal. Si era posible—Si no voy se enfurecerá aún más. Tal vez me expulse directamente. Necesito los créditos del seminario si quiero graduarme en mayo.
—En ese caso, te acompañaré. Es más, hablaré con ella antes que tú —dijo Lucy, enderezando la espalda y flexionando los brazos.
—No, tú tienes que mantenerte al margen. Iré, me disculparé y dejaré que me grite todo lo que quiera. Cuando hayamos saldado cuentas, tendrá que dejarme ir.
—«La compasión debe entregarse voluntariamente» —murmuró Lucy, citando a Shakespeare, porque las palabras de Britt le recordaron a El mercader de Venecia—Aunque La Profesora no sabe mucho de compasión. ¿Se puede saber a qué ha venido todo eso? Dante nunca tuvo una amante llamada Paulina.
Brittany parpadeó varias veces—Leí un artículo sobre Pia de Tolomei. Paulina era uno de sus apodos.
—Pia de Tolomei no fue amante de Dante. Tienes razón en que se rumorea que tuvo varias, incluso hijos ilegítimos, pero me temo que, en esto, López tiene razón. Nadie cree que Pia fuera amante de Dante. Nadie.
Brittany se mordió el interior de la mejilla—Pero no me dejaba explicarme y me ha puesto nerviosa. Al final, he explotado.
—Oh, sí, has explotado. De eso no cabe duda. Si fueras cualquier otro alumno, te estaría dando palmaditas en la espalda y pensando que López se lo tenía bien merecido. Es una idiota y una engreída. Pero en tu caso sabíamos que no te iba a dejar pasar una—Lucy negó con la cabeza—. Deja que hable con ella.