Brittany invitó a Lucy a un café, que pagó disimuladamente con su tarjeta regalo con el dibujo de una bombilla cuando finalmente cruzaron el umbral del Segovia, los recibió un español de aspecto agradable, que se presentó como el dueño del restaurante y que estuvo encantado de que Lucy le respondiera en su idioma.
Las paredes del Segovia estaban pintadas de color amarillo, como el sol, y decoradas con dibujos de Picasso en los que se veía a Don Quijote y a Sancho Panza. En un rincón, un guitarrista tocaba temas del maestro Segovia. Una serie de mesas alargadas estaban colocadas formando un cuadrado en el centro de la sala para la cena de la facultad. Esa disposición aseguraba que todos los comensales quedaran de cara al resto. A Britt no le apetecía en absoluto quedar frente a la profesora Dolor. Si se le hubiera ocurrido alguna manera de marcharse sin insultar al profesor Martin, lo habría hecho Lucy eligió dos sitios apartados del centro. Era muy consciente del sistema de clases y sabía que los puestos de honor no eran para ellas. Mientras comentaba el menú con el camarero en español, Britt seguía dándole vueltas a los celos injustificados de Santana discretamente, sacó el teléfono del maletín para enviarle un mensaje de texto entonces se dio cuenta de que tenía un mensaje de ella.
No vengas a la cena. Búscate una excusa espérame en casa, el conserje te abrirá la puerta luego te lo explico por favor, haz lo que te pido. S.
Britt se quedó mirando la pantalla sin comprender nada, hasta que Lucy le dio un codazo—¿Te apetece beber algo?
—Hum, si tienen, me encantaría un poco de sangría.
—Nuestra sangría es excelente —dijo el camarero antes de retirarse para encargar las bebidas.
Britt dirigió a Lucy una mirada de disculpa—Tengo un mensaje de Daniela siento ser tan maleducada.
—No te preocupes—Lucy se entretuvo leyendo el menú mientras ella escribía una respuesta:
Tenía el teléfono apagado es demasiado tarde ya estoy aquí no tienes motivos para estar celosa cuando acabe la cena me iré a casa contigo.
Me tendrás en tu cama hasta mañana, B.
Volvió a guardar el teléfono, rezando para que Santana no se enfadara demasiado «Oh, dioses de los —rellenar con el término que mejor defina nuestra relación— celosas y demasiado protectoras, no permitáis que monte una escena. No delante de sus colegas.» Por desgracia para Britt y para quien le estaba enviando un mensaje en ese momento, el maletín ahogó el sonido.
En los siguientes veinte minutos, los invitados acabaron de llegar la profesora Leaming y algún otro académico se sentaron al lado de Lucy en el extremo opuesto, Santana se había sentado entre el profesor Martin y la profesora Singer al verlos, Britt empezó a beber su sangría con demasiado entusiasmo esperaba que el alcohol la ayudara a tolerar mejor la tensión que crepitaba en la sala la bebida, con mucha fruta, estaba buenísima— ¿Tienes frío? —preguntó Lucy, señalando la pashmina que seguía llevando enroscada al cuello, con un estilo muy chic.
—La verdad es que no —reconoció ella, quitándosela y dejándola encima del maletín. Lucy apartó la vista con educación cuando la pálida y delicada piel de Britt quedó al descubierto su compañera era hermosa y su cuerpo, aunque menudo, poseía unos pechos generosos que le hacían un escote bonito y proporcionado en cuanto se hubo quitado la pashmina, un par de celosos ojos cafés la observaron con avidez antes de apartarse rápidamente.
—Lucy, ¿qué pasó con la profesora Singer? —preguntó Britt en voz baja, ocultando la boca tras la copa.
Ella miró disimuladamente a Singer, que estaba demasiado pegada a López vio que éste apartaba la silla imperceptiblemente como respuesta, pero ella volvió a acercarse sin darse por enterada. Britt no la vio—López y ella estuvieron liadas. Bueno, parece que todavía lo están. —Se echó a reír disimuladamente—. Parece que ya hemos resuelto el misterio del buen humor de La Profesora.