Rachel y Brittany estaban sentadas en un café retro de la calle Queen. Hablaron de cosas intrascendentes hasta que el camarero les preguntó qué querían y luego cayeron en un silencio incómodo.
Lucy fue la primera en romperlo— ¿Cómo estás? —le preguntó
¿Cómo responder a esa pregunta? No podía contarle que, aparte de destrozada por la pérdida de Santana, había estado disgustada por la pérdida de todo lo que ella representaba: el amor adolescente, la virginidad, el descubrimiento de lo que había creído que era un amor profundo y recíproco...
Cada vez que se acordaba de la primera vez que le había hecho el amor, los ojos se le llenaban de lágrimas nadie la había tratado con tanta amabilidad ni le había prestado tanta atención Había estado tan preocupada por no hacerle daño, asegurándose de que estuviera relajada le había repetido una y otra vez que la amaba mientras se movía en su interior, cada vez más cerca del orgasmo el primer orgasmo que iba a tener con ella, por ella...
«Santana me miraba fijamente, moviendo sus dedos dentro de mí, diciéndome que me amaba y demostrándomelo con su cuerpo creo que en ese momento me amaba. Lo que no sé es cuándo dejó de hacerlo. O mejor dicho, cuándo decidió que amaba su trabajo más que a mí.»
Lucy se aclaró la garganta, medio en broma, medio en serio, para llamar su atención y Britt le pidió disculpas con una sonrisa—Bueno, me siento enfadada y disgustada, pero trato de no pensar demasiado en lo que ha pasado. Voy trabajando en el proyecto, pero cuesta escribir sobre el amor y la amistad cuando has perdido ambas cosas—Suspiró—. Todo el mundo en la universidad debe de pensar que soy una puta.
Lucy se inclinó hacia ella desde el otro lado de la mesa— ¡Eh, no eres ninguna puta! Y si alguien lo dice en mi presencia, se llevará un buen puñetazo.
Jugueteando con el pañuelo bordado que tenía en el regazo, Britt guardó silencio—Te enamoraste de la persona equivocada y ella se aprovechó de ti, eso es todo.—
Ella trató de protestar, pero Lucy siguió hablando:
—El doctor Aras me hizo firmar un documento de confidencialidad se están ocupando de que no salga a la luz nada de lo relacionado contigo ni con López No te preocupes de lo que piense la gente, casi nadie lo sabe.—Quinn lo sabe.
—Estoy segura de que le hicieron firmar el mismo documento si te enteras de que hace correr rumores sobre ti, denúnciala al decano.
— ¿Y de qué servirá? Una vez que empiecen a correr los rumores, no habrá manera de pararlos me seguirán hasta Harvard.
—Se supone que los profesores no pueden aprovecharse de los alumnos. Si te hubieras negado a estar con López, eso te habría podido perjudicar en tu carrera académica ella es la mala de esta historia —añadió Lucy, indignada— En tu futuro hay un montón de cosas buenas para ti pronto acabarás aquí e irás a Harvard. Y algún día, cuando estés lista, encontrarás a alguien que te tratará como te mereces alguien digno de ti—Le apretó la mano—Eres dulce y amable, Eres lista y divertida Y, cuando te enfadas, te pones muy sexy.—
Ella sonrió con tristeza. Y Lucy continuó:
—Aquel día que te enfrentaste a López en el seminario... Fue un desastre, pero pagaría por volver a verlo eres la única persona que se ha atrevido a plantarle cara, aparte de Quinn, que está loca, y de la profesora Dolor, que es retorcida. Aunque reconozco que en ese momento me asusté al pensar en las consecuencias, le echaste agallas fue impresionante.—Perdí del todo los nervios no estaba en mi mejor momento, precisamente.
—Tal vez no pero me demostraste algo. Y le demostraste algo a López Que, cuando quieres, eres una tipa dura. Tienes que dejar que esa Brittany salga más a menudo sin pasarte, claro.