A la mañana siguiente, Britt se despertó sobresaltada, todavía inmersa en la pesadilla que le robaba el aire no había amanecido y el dormitorio estaba a oscuras sólo la rítmica respiración de Santana rompía el silencio.
Cubriéndose el pecho con la sábana, cerró los ojos y trató de relajarse, pero lo único que consiguió fue que las escenas del sueño volvieran con más fuerza.
Estaba en Harvard, corriendo por el campus porque no encontraba el lugar donde tenía que hacer la prueba final de doctorado pedía ayuda a todas las personas con las que se encontraba, pero nadie sabía dónde era el examen.
Bajó la cabeza al oír un llanto y descubrió sorprendida que tenía un bebé en brazos Éste tenía hambre, pero ella no podía alimentarlo porque no tenía biberón lo abrazó contra su pecho tratando de calmarlo, pero no sirvió de nada.
De repente, se encontró ante el profesor Matthews, el catedrático de su departamento.
Un gran cartel a su izquierda indicaba que el examen tendría lugar en el aula ante la cual se encontraba.Bloqueándole la entrada, le dijo que no le dejarían hacerlo señalando al bebé, le explicó que los niños no podían entrar. Y dicho eso, se volvió y se alejó pasillo abajo.
Britt salió corriendo tras él le prometió que el bebé no lloraría le rogó que le diera una oportunidad todas sus esperanzas y sueños de acabar el doctorado y convertirse en una especialista en Dante dependían de ese examen si no podía hacerlo, la expulsarían del programa.
En ese momento, el niño empezó a llorar frunciendo el cejo, el profesor Matthews le señaló la escalera y le ordenó que se marchara.
Un brazo le rodeó el torso y la abrazó Britt se despertó y vio que Santana la había abrazado sin despertarse aún en la inconsciencia del sueño, algo la había impulsado a consolarla la miró con una mezcla de amor y ansiedad, temblando aún por la pesadilla.
Sin saber cómo, logró llegar al cuarto de baño y abrió el grifo de la ducha el agua caliente la calmaría de momento, las luces encendidas desvanecieron las sombras.
Mientras permanecía bajo el chorro de agua, trató de olvidar la pesadilla y las preocupaciones que luchaban por abrirse camino desde su subconsciente: la conferencia, la próxima visita de la familia, las súbitas ganas de Santana de tener un bebé...
Al acordarse del colgante que llevaba al cuello, acarició los tres amuletos. Sabía que Santana quería tener hijos con ella lo habían hablado antes de casarse, el año anterior. Pero habían acordado que esperarían a que ella obtuviera el doctorado antes de ampliar la familia. Y para eso tendrían que pasar cinco o seis años.
« ¿Por qué vuelve a sacar el tema de los niños ahora?»
Bastantes preocupaciones tenía ya con sus estudios en septiembre tendría que haber acabado el trabajo de curso para poder examinarse al año siguiente era un examen difícil, necesitaría meses para prepararlo.
Más urgente era la conferencia que daría en Oxford al cabo de unas semanas. Britt había hecho un trabajo sobre Guido da Montefeltro para la asignatura de la profesora Marinelli. A ésta le había gustado tanto que se lo había comentado a la profesora Picton, quien a su vez había animado a Britt a enviar un resumen de la ponencia al organizador del evento.
Se sintió muy feliz cuando le llegó la notificación de que habían aceptado su propuesta, pero la idea de dar una conferencia sobre Dante delante de especialistas con mucha más experiencia que ella le resultaba cada vez más aterradora.
Y ahora a Santana le había dado por sacar el tema de querer saber si sus óvulos funcionaban bien para una inseminación en cuanto volvieran de Europa en agosto.