La saga de los Guerreros de Fuego.

Libro 1: Las crónicas de Ryu

Hace mucho mucho tiempo no existía nada, pero sin saber como (cosa que yo sí sé que ha pasado, solo que no es el momento de contarlo) apareció el universo... ¡ANDA QUE NO HAN PASADO COSAS EN ESTE UNIVERSO!

La historia que voy a contar hoy estará dividida en tres partes... Una de ellas sucediendo en otro universo, ¡¿de locos, eh?!

Llegara cierto momento en que os preguntéis... ¿Quién soy yo? Aaaah amigos, esta humilde servidora no es más que la protagonista.

Ahora permíteme comenzar a leer el primer libro titulado: Las crónicas de Ryu... Vaya, vaya... Jajaja. Menuda trampa para los lectores.

Bueno comencemos.

Libro 1: Las crónicas de Ryu.

Bueno bueno, esperad! Antes de comenzar veo que el texto está incompleto y falta algo de worldbuilding. Jajajaja que despistado es el escritor.

Hace mucho tiempo, Arthas, hijo de Abbadon el dios de la oscuridad decidió comenzar una guerra contra los Eldarianos él solo.

Ya su sola existencia era un error puesto que los dioses tenían prohibido procrear siendo la descendencia de estos llamada como: Regilith.

Al comenzar esta guerra Arthas acabó con casi toda la vida del planeta y el dios Apolo (O el pelirrojo como lo llamo yo) fue el primero en llegar para detenerlo, pero perdió miserablemente.

Al poco tiempo llegó Saili, la diosa de los ahora extintos Elder (Nota de la protagonista: Bueno, debería corregir esto para un futuro) pero ella tampoco pudo hacer nada.

Finalmente llegó Abbadon, padre de Arthas. Dios de la oscuridad, pero tampoco pudo hacer nada.

El universo gritaba desesperación y miedo, ni los regis (Los dioses de los dioses) hacían acto de aparición... Esos desdichados caprichosos y lujuriosos. Los odio.

Finalmente tras una ardua batalla lograron acabar con el cuerpo del Regilith pero su alma no llegó al Arion, si no que se quedó en el mundo terrenal y sin un cuerpo que le contuviese era una amenaza de nivel universal, con lo cual se decidió a hacer una cosa: Encerrarlo en la caja de Pandora. Y así se hizo.

Los milenios han pasado y el universo está en guerra con lo que Abbadon decidió reunir a los dioses en "El Fin" un sitio que está en los límites de la nada y en el cual solo es un gran espacio en blanco en el que hay una única mesa en la cual solo el ser determinado puede ver lo que en verdad hay en ella.

Ya os adelanto que nadie verá que hay en esa mesa... Al menos no en esta historia ni en las venideras dentro de esta novela. Lamento haberte chafado esta sorpresa pero no quería que teorizaran con esta mamarrachada, jajaja.

Recordad ser determinados.