Capítulo 16: Camelot.

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Tras montarse en la nave comenzó la travesía al planeta Camelot. Fue un viaje más corto de lo que se esperaría. Ese sistema planetario era bastante pequeño y era posible viajar entre el mismo en un rápido movimiento.

Atriane estaba emocionada por el viaje. No podía imaginarse que fuera del planeta hubiese todo este universo para explorar. Todo un universo el cual se abriría para ella en un futuro.

Tocaron tierra y todos comenzaron a salir. Una enorme ciudad con edificios con vidrieras de cristal transparente aparecía ante ellos. postes de luz, tendido eléctrico. coches... Era una ciudad que se alejaba de todo lo que Ryu había visto. Todo era tan anticuado en comparación y lo que más se acercó a aquella imagen solo era una ciudad en ruinas.

—Bienvenidos a Camelot— Sonrió Arturo mientras hacía un gesto de bienvenida a sus nuevos amigos— Todo lo que necesiteis, todo lo que Camelot os pueda ofrecer estará a vuestra disposición.

Ryu comenzaba a asentir mientras miraba a su alrededor. Todo era tan brillante, tan vivo que le eclipsaba. No sabia donde mirar, no sabía a qué estímulo reaccionar. Estaba demasiado abrumado por todo este nuevo mundo.

Sin embargo, Atriane estaba fascinada por todo aquello. Los nuevos estímulos se le hacían familiares pero a la vez únicos. Como un recuerdo lejano de algo a lo que ya no podía acceder. Un recuerdo de una luz que creía olvidada pero que volvió momentáneamente al ver el paisaje de la ciudad.

—Bueno— interrumpió Arturo mientras tosía para arreglarse un poco la voz— si veis hay un edificio que sobresale por encima del resto.

Y así era. Un enorme edificio más alto que el resto de edificios de la ciudad estaba asentado en mitad de la misma. grandes cristaleras, grandes cristaleras con una enorme pantalla que cubría los cuatro lados de la misma.

—Eso es el castillo real. Mi hogar— Dijo mientras sonreía y tocaba a la Eldariana por la espalda— Y también vuestro hogar. Allí vive tanto mi familia como mis pertenencias. No lo olvidéis.

—Tranquilo. No lo haré— dijo Atriane con un tono chulesco— Muy bonita la ciudad, por cierto.

—Gracias. Costó mucho asentarla.

—Ya me imagino la de vidas que ha tenido que tomar esto.

Arturo mantuvo silencio por unos segundos.

—Esta ciudad es el último bastión que planta cara a los Planteision. Unas bestias que asolan cada rincón del universo y devoran sistemas solares enteros para aniquilar toda vida.

Ryu escuchó esa parte y respondió con una simple sonrisa.

— Seguro que sí.

Ryu en su vida había escuchado de los Planteision. No era una amenaza de la cual hubiese preocupado a los dioses. Ni era mencionado en los archivos de Soichiro.

—Pues tendrás que acostumbrarte— Replicó Arturo— Porque vas a estar en primera línea de batalla con el escuadrón Grendizer para combatir a esos deleznables insectos.

—Osea ¿tengo que ir montado dentro de uno de esos que es más débil que yo?

—En efecto.

—Un reto. Perfecto— respondió mientras sonreía pícaramente.

Satrah comenzó a reír. El intangible había sabido que Ryu aparecería ¿Que sabía ahora que nadie más supiese?

Tras que El Destinado y La Ultima Eldariana terminaran de ver la ciudad a modo de pasatiempo. Finalmente llegaron al castillo real de Camelot.
Este Castillo era desde donde se controlaban las operaciones de todo el planeta para controlar la amenaza de los Planteision.

Todo el edificio era blanco por dentro. Con puertas blancas y recibidores blancos. Demasiado blanco perse.

Tan blanco que hacía daño a la vista. Solo quedaba esperar que los cuartos de las posesiones de Arturo no fuesen blancas para que evitaran dañar la vista de todos aquellos que viesen las instalaciones.

No hubo suerte.

Las habitaciones de los pilotos también eran blancas, con camas blancas, paredes blancas. Ryu se volvería loco. Atriane también. Satrah continuaba con sus ojos cerrados sin atender a la habitación.

—¿Bonitas, eh?— Dijo Arturo con retintín— Con estas habitaciones rendís más que si hubiese más distracciones. La mía por el contrario es de madera con cuadros, televisiones y un centro de entrenamiento propio.

—Juro que te mataré.

—Ya vi como quedo la primera vez y no te fue muy bien— Le agarró del hombro— Ahora sois míos y como posesiones mias solo teneis que hacer lo que os ordene.

Arturo soltó el hombro de Ryu y se despidió de Atriane acariciando la cabeza. Un gesto que a ella no le gustó. Le incomodo.

Finalmente cruzó la puerta y los dejó a los tres solos. Aunque a uno de ellos no supiese ni que estaba allí.

—Bueno...

—Digamos que esta va a ser nuestra residencia a partir de ahora—La Última Eldariana miro la habitación— Sinceramente prefiero el campo, la verdad.

—Igual si hago lo que me diga en su escuadrón ese al cabo de un tiempo pueda buscar la forma de sacarnos de aquí a espadazos— Dijo Ryu mientras miraba la puerta— Aunque sería más fácil si simplemente destruyera todo, la verdad.

Y razón no le faltaba. Sería una tarea sencilla para él pero tenía que pensar que su amiga no tenía su fuerza y no sabía si podía protegerla sin que sufriese ningún daño con lo que ante la incredulidad de aquellos que conozcan a Ryu tomó la decisión consciente de no poner en peligro a su amiga.

Al menos había algo bueno en esta situación en la que se habían metido y era que al menos tenían un sitio donde dormir que no era la intemperie y presuponen que con comida.

Pero la comida era decepcionante: Una bandeja con puré de algo indeterminado y una hogaza de pan. Al menos había dos bandejas.

—Definitivamente prefiero el campo— dijo Atriane.

Arturo se encontraba caminando por su cuarto mientras se dirigía a su ordenador. Era un gran cuarto con elementos de madera una enorme cama y tanques de recuperación con un líquido el cual si entrabas en ellos te sanabas en una hora aproximadamente. Lo usaba para fortalecer su cuerpo hasta el límite y continuar entrenando.

Finalmente llegó a su ordenador y automáticamente el ordenador lo saludo.

—M3RL1N.

—Arturo Pendragon— Respondió la maquina— Si has venido hasta aquí tras la información cuántica relativa al tiempo que te di en El Origen de Sucesos significa que ya has encontrado el último elemento.

—Ahora podré poner fin a la amenaza.

—No me cabe ninguna duda, descendiente de los Eldarianos del agujero de gusano.

La saga de los Guerreros de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora