Capítulo 4: El combate en el viejo cauce de valencia.

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Encendieron la música mientras subían el volumen a tope y la música rock inundaba el ambiente. No se ocultaban ni un poco y con la camioneta iban emitiendo aura al máximo potencia para llamar la atención de Arthas y que enviara una pequeña flota de ataque contra ellos.

La música sonaba a todo volumen mientras conducían saltándose todas las normas de tráfico mientras cada vez la música se volvía más rockera.

Acasto colocó los pies encima del salpicadero del coche mientras comía una manzana mirando la ciudad.

Shasta tenía un brazo fuera del coche mientras bebía un refresco de cola y le recordaba como al planeta del cual tiene sus memorias.

Acasto mordió la manzana con fuerza en la boca mientras sacaba su Billy Gun apuntando al frente y disparando. Parando varias hondonadas de presencia que se dirigian hacia ellos en pos de matarlos.

Ruedas sobre ruedas con ojos miraban desde el cielo mientras Acasto sonreía al verlos. Eran seres grotescos que sin duda atemorizarian a cualquiera que los viesen.

—No nos temáis— Dijeron— Los Ofanim, Las ruedas de galgallim del carro de Merkabah estamos aquí.

La gente miraba al cielo ante toda la estupefacción como Los Ofanim estaban en el cielo pero con un gran destello todos ya no repercutieron en su presencia. Los obviaban.

Desde la época de las antiguas escrituras y de las nuevas que los seres humanos no veían uno y sus cerebros no eran capaces de procesar a los Seres Celestiales.

—Ahora por el Juicio Di...

Shasta levantó un dedo como diciendo que esperase mientras movía la cabeza agarrando el casco por el ritmo de la música.

—Que flipe de canción— Dijo mientras se quitaba los cascos— Me gusta la música de este mundo.

—La verdad es que rompen todo lo rompible.

—El juicio Divi...

—¿Quieres callarte ya?—Dijo Acasto— ¿No ves que estamos hablando, Circulitos?

Ambos comenzaron a reírse mientras lanzaban comentarios sarcásticos burlándose de Circulitos.

—Quizá deberíamos hacer caso a Circulitos, ¿no?

—Pues quizás.

Ambos apuntaron sus Billy Guns hacia Circulitos y dispararon balas de aura hacia cada una de las ruedas que impactaron levantando grandes nubes de condensación de agua.

Las ruedas cayeron hacia el suelo sin más. Eran enemigos débiles para los jóvenes que volvieron a subirse a la furgoneta y volvieron a poner la música al tope.

El viaje prosiguió mientras comenzaban a mirar el cielo y círculos celestiales aparecían sin cesar. Todos apuntando hacia ellos.

Rayos celestiales comenzaron a caer hacia ellos que comenzaban a esquivarlos con la furgoneta. Acasto terminó la manzana que había empezado y la tiró con desgana por la ventana.

salió de la furgoneta y se subió encima de ella mientras en una mano tenía a la Billy Gun y en la otra El Mandoble Bastardo. Comenzó a mirar al cielo y comenzó a desviar los rayos disparando con la Billy Gun mientras emitia aura sin cesar. Su aura no bajaba ni titubeaba ni un poco.

Shasta confiaba en que su compañero desviaria cada uno de los disparos celestiales. Pero eso no evitaba que mantuviera el pie en el acelerador mientras se dedicaba a esquivar coches.

Pero un rayo impactó justo en frente suyo antes de llegar al viejo cauce del río haciendo que la camioneta comenzase a volcar rodando hacia el río. Acasto salto de la camioneta mientras miraba al cielo captando enormes presencias en el cielo.

La camioneta dio vueltas hasta que chocó con la pared del río. Shasta abrió la puerta de la camioneta y salió caminando sin ningún rasguño.

Pero comenzó a mirar el cielo mientras comenzaba a notar la presencia que se cernía sobre ellos. Y más que asustarlo se sintió emocionado.

—Me pido primero— dijo Acasto mientras apartaba a Shasta— Tengo que lucirme. Ya sabes.

Y Acasto apuntó la Billy Gun mientras ponía El Mandoble Bastardo en su hombro.

—Quiero ver de que sois capaces.

La saga de los Guerreros de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora