La saga de los Guerreros de Fuego.

Capítulo 18: Los carniceros

Atriane estaba vestida con la ropa de látex del ejército para la misión comenzó a subir la rampa de la nave espacial y se despidió desde la lejanía de Ryu.

Dentro estaba Morgana con un gran ejército de gente armada.

—Ya veras como esta misión nos hace aún más chachi amigas— Dijo Morgana mientras la abrazaba— Será super chachi fácil.

—¿Sabes? no te entiendo la gran mayoría de las veces.

—Fantastidubi.

El Imaginario acompañaba a Atriane mientras él hacía burla de Morgana y esta soltaba alguna carcajada de vez en cuando de las tonterías que hacía. Pero sus ojos seguían cerrados.

Tras hacer que el universo se mueva y no ellos finalmente llegaron al planeta. Desde la vista aérea se veía un planeta como Camelot con las ciudades destruidas completamente quedando solo un resquicio de lo que fueron. La vegetación era inexistente solo había tundras de polvo junto a los edificios.

—Chachiguay.

—En cuanto pueda mato a este engendro— Dijo el imaginario con odio.

—Pero si no tienes cuerpo.

—Para que veas como la odio— Hizo el gesto de ahogarla pero atravesandola.

La misión consistía en algo sencillo: Ir del punto de aterrizaje al centro de la ciudad para colocar una baliza de control con la cual Camelot podría controlar el planeta por si la amenaza Planteision se acercaba a atacarlos.

El planeta en el que estaban era conocido como planeta Kanassa. Hace muchos años se decía que la gente que habitaba este planeta poseían un poder místico pero que fueron destruidos por una raza guerrera a la que su planeta natal fue destruido tiempo después por un meteorito que no se detectó.

las ciudades estaban arrasadas completamente sin vegetación. Grandes pilas de polvo adornaban lo que antaño eran calles y trozos de cableado eléctrico estaban sueltos y soltando chispas.

—Vale requetejercito chachiguay vamos que va a ser una misión chupi— Dijo la ya odiada Morgana.

A La Última Eldariana no le quedaba más remedio que tragar. Qué remedio. todos pusieron paso hasta el centro.

El edificio estaba en ruinas pero se mantenía en pie. En la cima del todo adornaba una cúpula redonda. Allí tenían que ir.

El ambiente en los pasillos era lúgubre. Pero algo fallaba... Atriane se dio cuenta que cuando entraron eran más pero ahora solo quedan cinco personas.

—Oye... ¿Cuántas personas éramos?

Todos se quedaron callados.

—treinta personas— respondió el soldado.

Un machete cayó al momento del cielo rebanandole la cabeza por la mitad mientras un ser biomecánico estaba acechandolos desde arriba. Grandes extremidades, Una boca que al abrirse lateralmente dejaba ver dos jeringuillas que tenian un liquido de color rojo dentro.

Nadie sabía que eran. No era algo que se hubiese estudiado. Salía fuera del plan de Arturo.

Les aguardaba la muerte.

El ser saltó al suelo y degolló a otro soltado mientras que por detrás de el venia otro ser biomecánico con un hacha que vestía un batín blanco completamente manchado de sangre.

—Corre— dijo Atriane mientras agarraba las frías manos de Morgana.

Ellas junto a los tres guardias que quedaban comenzaron a correr hacia el centro de datos, no había otra que pudiesen hacer.

Dos soldados.

Un Soldado.

Ahora solo quedaban ellas pero lograron subir al centro de datos y cerrar la puerta.

—Carga la puñetera baliza y vámonos de aquí.

—Mierda mierda mierda...

—Quieres poner tu puta baliza.

Atriane golpeó a Morgana en la cara pero su cabeza era dura como el hierro, no le hizo nada.

—Voy— Replicó Morgana mientras iba corriendo.

La Ultima Eldariana no sabía cómo iba a poder sobrevivir aquí, cómo iba a poder salir de esta situación. ¿Qué le había enseñado Lancelot? Nada.

El engendro biomecánico estaba en la parte superior observando toda la situación. Salto en frente de Atriane acercó su cabeza y abriendo su mandíbula dejó asomando sus jeringuillas bucales. Era su alimento. Su combustible. La sangre que recorría el cuerpo de los orgánicos era lo que los mantenía con vida.

—¿Te han dicho alguna vez que te apesta el aliento?