Capítulo 43: Crisis en California V

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"¡Kewinaeit! ¡Date prisa y síguenos!"

"Sí..."

Kewinaeit, un joven de la tribu Chumash, miraba hacia atrás constantemente.

'Padre...'

Su padre, que había sido condenado a trabajos forzados, se despidió con la promesa de que algún día iría a buscarlo al pueblo.

Un grupo de aproximadamente 500 personas de la tribu Chumash fue reunido para abandonar su tierra natal.

Aunque el camino de despedida estaba lleno de tristeza, no era tan duro, ya que decenas de mexicanos los acompañaban y les proporcionaban comida.

"¿A dónde vamos?"

Kewinaeit le preguntó a Kamuliyalset, quien se había convertido en jefe de la aldea por saber hablar español.

"...Solo me dijeron que era hacia el norte de Baja California."

(N/T: Mi estado natal :D)

¿Baja California? Kewinaeit no sabía dónde quedaba eso. Uno de los mexicanos en el grupo se metió en la conversación.

"Parece que el chico preguntó algo, ¿qué fue? Si tiene alguna duda, se la puedo responder."

"Preguntó a dónde vamos."

"Bueno... Aunque le diga a dónde vamos, no lo entendería. Solo dígale que queda como a una semana de distancia."

"Sí."

El príncipe, que dividió a la tribu Chumash en decenas de grupos, les asignó funcionarios del gobierno mexicano, guías, constructores y soldados (que más parecían ser vigilantes).

Aunque no pasaron hambre gracias a la comida que les daban, no podían evitar el miedo y la incomodidad.

Eran solo 30 soldados, pero para la tribu Chumash, compuesta solo por niños y ancianos sin ningún tipo de arma, era una fuerza abrumadora.

"Al menos esta aldea fue asignada a un lugar cálido, así que están en mejor situación. Hay aldeas que fueron enviadas hasta el extremo norte de California."

"...Gracias."

Kamuliyalset, de treinta años, caminaba cojeando por una vieja lesión en la rodilla que sufrió de niño, lo que hacía el camino difícil para él.

Los pocos hombres jóvenes que quedaban en la aldea eran como él, con graves problemas físicos. Aun así, le asignaron el cargo de jefe de aldea solo porque sabía hablar español, lo que al menos lo ponía en una posición favorable.

El asentamiento donde llegaron era un lugar más árido que su tierra natal.

"No se puede hacer nada. Las buenas tierras ya tienen dueño."

Eso dijo el funcionario. Si él lo decía, entonces así sería.

Kamuliyalset, quien inesperadamente asumió el rol de jefe, tuvo que consolar a los habitantes.

"Si trabajamos esta tierra con esmero, será suficiente para cultivar. Empecemos una nueva vida aquí."

Era algo que ni él mismo creía.

Después de todo, si cultivaban, ellos mismos les quitarían todo. Pero no había otra opción si no querían rebelarse y morir todos juntos.

El funcionario habló con los constructores, luego designaron el lugar donde construirían las oficinas y otras instalaciones, y comenzaron a asignar tierras a cada familia.

"¿De verdad esta es toda mi tierra?"

"Así es. Como jefe de la aldea, tienes instrucciones de recibir un 50% más de terreno que los demás."

Me convertí en el príncipe heredero del Imperio MexicanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora