Capítulo 184: Dominio Absoluto del Pacifico V

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"Por allí."

"Son huellas humanas."

El agente Rigoberto, quien ostentaba el mayor rango, señaló hacia un área donde se percibían claros indicios de actividad humana. La vegetación estaba aplastada y algunas ramas rotas se esparcían por el suelo. Al menos una decena de huellas se entrecruzaban de manera desordenada.

En un bosque tan apartado, rastros de ese tipo sugerían con alta probabilidad que habían encontrado lo que buscaban. Ambos hicieron un leve gesto afirmativo y comenzaron a seguir el camino marcado.

Aunque era improbable encontrar a alguien cerca, permanecieron en alerta. Después de todo, ese era el sitio donde había desaparecido el equipo de exploración, lo que indicaba un peligro latente. La atmósfera del bosque era lúgubre, como si algo inesperado pudiera surgir en cualquier momento.

Se movían con cautela, como si estuvieran en territorio hostil, comunicándose únicamente mediante señas y evitando cualquier conversación innecesaria.

Las huellas los guiaron hacia una aldea inglesa situada en los límites de las tierras salvajes. Tras analizar los alrededores, los agentes intercambiaron palabras.

"Entonces, eran británicos."

El agente Rivas extrajo un mapa de su bolso y lo desplegó para consultarlo.

"Hace apenas dos meses, estas tierras todavía pertenecían a los indígenas."

Era información recopilada por la Flota del Pacífico del Imperio.

"Así que eso fue lo que ocurrió."

Sin saber nada de esto, su objetivo se acercaba al bosque donde los agentes permanecían ocultos, con un semblante despreocupado.

"¡Perfecto! Hoy comenzaré temprano."

Se trataba de un hombre trabajador, pero la fortuna no estaba de su lado. Su voz animada rompía el silencio del bosque, como si nada perturbador pudiera suceder.

De pronto, se percató de una presencia frente a él. Era alguien vestido de forma peculiar, cubierto con hojas y ramas, lo que lo hacía prácticamente invisible.

Le apuntaba con un arma.

"¡E-espera...!"

No estaba solo. Otra persona surgió detrás de él y le cubrió la boca.

Lo arrastraron hacia las profundidades del bosque.

El hombre, al darse cuenta de quiénes eran sus captores, entendió que se trataba de mexicanos. Había escuchado que, recientemente, algunos mexicanos habían sido apresados y llevados a la aldea. Era lógico pensar que estos habían llegado para liberarlos.

Lo llevaron cada vez más al interior del bosque, a una zona tan remota que ni siquiera los aldeanos se aventuraban allí. Por más que intentara gritar, nadie lo escucharía.

Habían cruzado a un territorio gobernado únicamente por los animales.

Finalmente, los agentes soltaron al hombre de mediana edad.

"¡Malditos mexicanos! ¿Acaso no temen al Imperio Británico?"

El hombre creyó que sus captores se sorprenderían al darse cuenta de que él ya sabía quiénes eran, pero su reacción fue completamente distinta a lo esperado.

"Veo que sabes que los detenidos eran mexicanos. ¿Dónde están ahora?"

Le hablaron con un tono frío y una mirada que parecía atravesarlo. Esa frialdad lo dejó desconcertado.

Había algo aterrador en sus ojos, una sensación de peligro ineludible, como si pudieran leer cada rincón de su mente. El hombre entendió que cualquier mentira o excusa sería inútil. La verdad era su única opción.

Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano - Volumen IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora