Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano - Volumen I

Capítulo 168: Secularización V

N/E: Por error, me adelante 5 capítulos, mil disculpas. Pero no puedo subir esos 5 capítulos de una, no he avanzado con Colombia. Si avanzo todo el arco de Colombia hoy; al finalizar el día habré subido los 5 capítulos. Gracias por su paciencia.

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Con mi uniforme militar puesto, había estado escuchando informes y dirigiendo la operación desde el amanecer hasta ahora.

Los resultados de la Operación Castigo, que comenzó en la madrugada, empezaron a ser reportados en clave a través del telégrafo eléctrico.

"Se informa que todas las misiones en la región de Durango se han completado con éxito."

Uno de los estrategas retiró las banderas rojas del área de Durango en el enorme mapa sobre la mesa y colocó una bandera verde en su lugar. Así, otro estado quedó marcado en verde.

"También se informa que todas las misiones en la región de Sonora se han completado con éxito."

"Sinaloa..."

8:00 a.m.

Para ese momento, se habían completado los arrestos de los principales terratenientes, clérigos y oficiales en los ocho estados previamente identificados y otras áreas clave.

Tok, tok, tok— ¡Bang!

"¿Eh?"

El centro de operaciones montado temporalmente en el palacio imperial.

Todos los presentes, incluyendo a mí, el emperador, miraron hacia la puerta que se había abierto de golpe.

Bajo la atenta mirada de varios generales, estrategas y operadores de telégrafo, un mensajero irrumpió con urgencia.

"¡Su Majestad! ¡Es una rebelión! ¡Ha estallado una rebelión en Veracruz!"

"¿Veracruz?"

"¡¿Veracruz?!"

Las voces de desconcierto resonaron por toda la sala de operaciones.

Hablé con calma.

"Tranquilícese y explíquese con más detalle."

"¡El general Santa Anna ha tomado Veracruz! ¡Dice que proclamará a Leandro de Iturbide como emperador!"

"¿Qué clase de locura es esa?"

Sentí como si me golpearan en la nuca.

Antonio López de Santa Anna.

En la historia original, traicionó a mi padre y llegó a ser presidente de México nueve veces, impulsado por una ambición de poder desmedida. Sin embargo, en este mundo, era uno de los generales más destacados del bando imperial, alguien que incluso intercambiaba correspondencia personal con mi padre.

"Sabía que no era realmente cercano a mi padre, pero al menos creía que tenía algo de juicio."

Eso no significaba que estuviera completamente tranquilo. Conociendo su ambición, le había asignado el pretexto de proteger Veracruz para evitar que obtuviera méritos militares.

Mi padre lo veía con buenos ojos, pero yo insistí en priorizar el ascenso de quienes habían participado en la guerra, tanto por justicia como para retrasar al máximo su promoción.

En mi plan, Santa Anna debía pasar toda su vida defendiendo Veracruz y retirarse sin haber regresado nunca al ejército central.

"... Mis disculpas. Es mi culpa. Aceptaré cualquier castigo que considere apropiado."