Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano

Capítulo 81: El Banco Central y la Marina VIII

Carlos X de Francia, a pesar de sus políticas conservadoras y de reprimir el descontento de los ciudadanos con el dinero recibido de México para formar tropas privadas, no pudo controlar las quejas solo con dinero.

El temor que las tropas privadas, bien armadas y amenazantes, causaron en la gente no duró mucho; finalmente, el descontento reprimido estalló en una gran revuelta popular.

Con la Revolución de Septiembre de 1831 en Francia, Carlos X fue depuesto y ascendió al trono el "Rey Ciudadano" Luis Felipe (Louis Philippe).

Fiel a su título de Rey Ciudadano, adoptó un enfoque más liberal y centrado en los ciudadanos, logrando estabilidad política y crecimiento económico, dejando atrás la época de confusión tras Napoleón.

"¿El dinero que envían los mexicanos ha disminuido?" preguntó Luis Felipe al actual ministro de Asuntos Exteriores de Francia, François Guizot.

El dinero de México era importante para Francia, pues ayudaba considerablemente a las finanzas del gobierno y a incrementar el presupuesto militar, restaurando la seguridad.

Francia había comenzado a recuperar influencia y extendía sus manos a otros países, pero pocos resultaban tan lucrativos como México.

"Sí, Su Majestad. Desde que 'ajustamos' un poco la cantidad enviada por México, la cifra ha disminuido gradualmente, y ahora ni siquiera están pagando todos los intereses, solo aparentan hacerlo."

Estos fondos también eran valiosos para Luis Felipe y sus cercanos, ya que la "ajuste" en el monto de México les proporcionaba fondos no oficiales.

"Ch. Esos miserables se envalentonan solo porque le ganaron a España; parece que llegó la hora de usar el látigo. Cuando sus puertos estén en llamas, aprenderán su lugar."

Luis Felipe y los políticos franceses no pensaban tolerar las quejas sobre el "ajuste."

"¿No intervendrá el Reino Unido? También apoyaron a México contra España y luego firmaron un tratado de no agresión con ellos. Además, el comercio entre ambos países es considerable."

"No, el Reino Unido nunca permitiría una invasión total, pero puede ser que miren hacia otro lado si simplemente les damos una lección y los obligamos a pagar sus deudas. Al fin y al cabo, tienen el mismo interés como acreedores."

El Reino Unido no toleraría que México dejara de pagar sus deudas.

François Guizot, comprendiendo, asintió.

"Entonces sería mejor dejar que la deuda crezca lo suficiente. Al fin y al cabo, los intereses aumentan de forma compuesta."

Así es como debe ser.

"Exacto. Además de la deuda acumulada, cobraremos generosamente por daños de guerra. Si el gobierno mexicano tiene tantas haciendas, si les falta dinero, tendrán que devolver esas tierras."

Luis Felipe, sin ocultar su avaricia, sonrió.

◆◆◆

Cuando finalmente concluyó la ardua negociación, el embajador británico, Richard Pakenham, dijo:

"Ha sido una conversación agradable. Entonces, me retiro ahora, Su Majestad."

"...Vaya con cuidado."

Lo despedí, sintiéndome exhausto.

'Tanto esfuerzo para resolver esto con una simple negociación.'

No lo había llamado para pedir ayuda contra Francia. Aún no es el momento de luchar, y además, el Reino Unido jamás aceptaría tal petición.