Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano - Volumen I

Capítulo 93: Guerra de México-Francia VIII

El puerto de Brest, la escuela naval francesa, École Navale, estaba bajo la supervisión de Albin Roussin, quien estaba destinado a ser el ministro de la Armada de Francia, pero las circunstancias cambiaron rápidamente y fue nombrado almirante de la flota expedicionaria.

"La tecnología de construcción de barcos de México ya ha superado a la nuestra en Francia", dijo el almirante Roussin, quien comenzó de manera calmada.

Un capitán bajo su mando presentó una objeción.

"No se puede decir que nos hayan superado. En Francia, si lo deseamos, también podemos construir un 'barco con torretes giratorios'. El blindaje de hierro forjado, aunque costoso, simplemente se coloca, y la capacidad de las máquinas de vapor es solo ligeramente superior a la nuestra, según lo que creemos. El problema son los torretes giratorios y los grandes cañones, pero estoy seguro de que nuestros ingenieros, con unos pocos meses de ensayo y error, podrían construirlo fácilmente."

"Si combinamos esos meses de ensayo con el tiempo necesario para la construcción del barco, deberíamos estar considerando al menos tres años. El Imperio Mexicano ya ha pasado por ese proceso. ¿No es esa una diferencia en términos de tecnología?"

"...Tienes razón. Lo siento."

"No es necesario disculparse. Entonces, podemos dar por aceptado que esto es un hecho."

El almirante Roussin había recibido informes detallados sobre el enfrentamiento anterior. Tras revisarlo a fondo, concluyó que la tecnología del enemigo ya había superado a la de Francia, y que incluso con esta gigantesca flota, la derrota era posible.

Fue él quien reunió todas las naves de línea de Francia. Esta fue la condición para aceptar el puesto de comandante de la flota expedicionaria, en lugar del puesto de ministro de la Armada originalmente asignado.

Él se comprometió a no cometer el mismo error de subestimar al enemigo y relajarse, como había hecho su predecesor.

"Usaremos toda nuestra fuerza."

"El barco con torretas giratorias causará daños mucho mayores a nuestras naves de línea. Para contrarrestarlo, debemos operar bien las fragatas y los brigs, especialmente los brigs."

"¿Es posible detener un barco con torretas giratorias con un brig?"

Un comandante a su cargo preguntó con expresión de desconcierto.

"En esta operación, nuestras naves de línea tendrán una clara ventaja en número, pero lo que realmente supera al enemigo es el abrumador número de pequeños y medianos barcos. He oído que el calado del barco con torretas giratorias de México es extremadamente bajo, lo que significa que si el brig se acerca lo suficiente, el enemigo no podrá ignorarlo y deberá atacar ese brig. Si logramos acercarnos lo suficiente, podríamos incluso volcarlo."

El almirante Roussin pensaba que la causa principal de la derrota en el primer enfrentamiento no era tanto las fragatas blindadas, sino los barcos con torretas giratorias. La vulnerabilidad fatal de esos barcos era su bajo calado, lo que los hacía inadecuados para operar en aguas más profundas.

Mientras pensaba en esto, uno de sus subordinados objetó la idea del almirante.

"Tienes razón, pero los barcos con torretas giratorias son barcos de vapor. Un brig normal no podrá seguirles el ritmo. Ellos retrocederán mientras giran sus torretas y cazan nuestros barcos."

El subordinado señalaba la ventaja de velocidad de los barcos con torretas giratorias. El almirante Roussin respondió rápidamente.

"Déjalos cazar."

"Eso quiere decir que planeas abandonar a los brigs."

"Sí. Los barcos con torretas giratorias también tienen otra vulnerabilidad fatal. Tardan muchísimo en cargar sus enormes cañones. Los barcos de torretas giratorias del enemigo son cuatro, y aunque hayan aumentado su número, si desplegamos las más de 60 fragatas y brigs que podemos movilizar, no será difícil neutralizarlos. Mientras tanto, destruiremos sus naves de línea."