Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano

Capítulo 95: Guerra México-Francia X

'Es irónico.'

Muchos se habían reunido en Londres. La familia real de Orleans, que fue derrotada por México, sufrió una revolución y fue expulsada. Yo, el príncipe heredero del Imperio Mexicano, ganador de la guerra. Y el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno provisional francés, que aunque la revolución había tenido éxito, había fracasado en la guerra y venía a suplicar por la paz.

Incluso el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno provisional francés que vino, era el diputado Étienne Moreau.

'Es una persona muy cooperativa con nuestro equipo de inteligencia militar.'

Realmente me preguntaba qué expresión pondría al enterarse de que la persona que él conoce como Lucien Dupont, en realidad era Juan Ramírez, un espía del Imperio Mexicano, pero eso no debía suceder.

Por eso, aunque conocía el rostro de Juan Ramírez, quien había hecho un gran trabajo en esta ocasión, hice como si no lo conociera.

En su lugar, comencé la conversación con un tono que mostraba realmente sorpresa.

"Aunque la guerra no ha terminado, ¿una revolución? Los franceses realmente parecen amar las revoluciones."

Eso era realmente sorprendente. Es cierto que había financiado la revolución a través de agentes de nuestro equipo de inteligencia militar, pero el momento exacto estaba previsto para después del fin de la guerra. No sabía que podría avanzar tan rápido.

'No imaginé que la revolución ocurriría justo después de perder la segunda batalla.'

Cuando cruzaba el Atlántico con la flota mexicana, todo terminó, fue verdaderamente un proceso rápido. Una revolución tan rápida que el título de país revolucionario no parecía inapropiado.

"Cough. Eso es un asunto de nuestra Francia, así que aquí solo debemos hablar sobre poner fin a la guerra."

El ministro Étienne Moreau dijo con una expresión incómoda.

"Bueno, está bien. Señor Primer Ministro, por favor, continúe."

Le cedí la palabra al Primer Ministro del Reino Unido, el conde de Melbourne, quien había organizado esta negociación.

"Gracias, su Majestad. Bien, ¿empecemos la conversación?"

A diferencia de los representantes franceses, que parecían nerviosos, los de México y Reino Unido estaban relajados.

"¡Un momento! Antes de continuar, me gustaría que durante las negociaciones, se detuvieran las batallas."

El ministro Étienne Moreau no pudo esconder su ansiedad. Era un político experimentado, por lo que mostrar emociones en una negociación diplomática era un error, pero en este momento, la flota mexicana estaba atacando a la flota francesa que se encontraba en reparación en el puerto de Brest, por lo que podía entender su nerviosismo.

Al escuchar la apresurada propuesta de Moreau, el conde de Melbourne me preguntó.

"¿Está bien para usted, su Majestad?"

Para él, sería mejor que nuestra flota mexicana siguiera destruyendo la flota francesa, pero me preguntó a mí.

Porque ya habíamos llegado a un acuerdo.

"Si refleja adecuadamente el precio por detener la batalla en una situación unilateralmente favorable para nosotros, lo detendremos."

"¿A qué precio se refiere?"

"Aunque no podamos ocupar el territorio de Francia, podemos destruir toda la flota imperial francesa. Eso significa que podemos bloquear los puertos. Como precio por detenerlo, ¿no debería recibir al menos la mitad de la flota que originalmente iba a ser destruida?"