Capítulo 80: El Banco Central y la Marina VII

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En agosto de 1837, se llevó a cabo la ceremonia de botadura del primer buque de guerra del Imperio Mexicano en el astillero de Veracruz.

Los protagonistas de este evento fueron un navío de línea de 1 solo casco y 2 fragatas que se habían construido casi al mismo tiempo.

Como era un evento simbólico, acudieron mi padre, yo, varios legisladores y altos oficiales de la Armada para una gran ceremonia.

"Ha tardado menos de dos años. Mucho más rápido de lo esperado. Buen trabajo."

Mi padre felicitó personalmente al director del astillero de México, John Eriksen.

"Es un honor, su Majestad. Todo esto ha sido gracias al generoso apoyo que nos brindó su Majestad. Buenas herramientas, abundantes materiales e insumos, y trabajadores con gran dedicación, todos reunidos para lograr este resultado."

Eriksen expresó su agradecimiento a mi padre. Él asintió con la cabeza mientras observaba con detenimiento el navío de línea.

¿Cuánto tiempo habría tardado en construirse esta embarcación?

El navío de línea era impresionante. El recién botado navío de línea de 104 cañones era como una fortaleza flotante.

Su enorme casco se erguía sobre las olas, brillando con el reflejo de la luz solar, y su tamaño era abrumador. La longitud del casco era más larga que un campo de fútbol, y su altura y amplitud aún más imponentes.

'Este navío de línea es mucho más impresionante que el de 74 cañones traído de España. Además, al ser nuevo, es aún más espectacular.'

Según el sistema británico, un navío de 104 cañones se clasificaría como de primera clase, mientras que uno de 74 cañones sería de tercera clase.

Mientras observaba el puente de cañones del nuevo navío de línea, sentí asombro. Los cañones alineados en cada nivel parecían ser incontables ojos esperando la batalla.

El mástil y las velas del barco se alzaban hacia el cielo, y las velas llenas de viento demostraban la fuerza y libertad del barco.

Mi padre estuvo un largo rato absorto observando la embarcación, y fue entonces cuando le hablé.

"Vamos, padre, mejor terminemos la ceremonia y embarquémonos."

"...Ah, sí, tienes razón. Debemos hacerlo."

La ceremonia de botadura avanzó rápidamente.

La celebración fue tan grandiosa como la magnitud del navío de línea, y parecía que toda la Armada del Imperio Mexicano estaba presente.

En esta época no existía la costumbre de romper botellas de champán, como en otras tradiciones, y en su lugar, se realizó una bendición y una ceremonia de nombramiento por parte de un sacerdote, siguiendo la tradición española.

'El nombre lo había elegido previamente mi padre y me lo había comunicado.'

El sacerdote levantó la mano y comenzó la bendición.

"En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, nos hemos reunido para bendecir este noble barco. Que navegue sobre las aguas con gracia, que sus velas se llenen con el aliento de Dios, y que su casco sea resistente ante las fuerzas del mar."

Mientras la multitud guardaba silencio, el sacerdote continuó:

"Recibe ahora la bendición celestial, y te llamamos 'Cortez,' para que tu travesía sea tan firme y honorable como tu nombre."

"¡Uuuaaahhh!"

El júbilo de los ciudadanos y marineros presentes resonó, y tanto mi padre como yo, junto con los demás asistentes, aplaudimos con entusiasmo.

Me convertí en el príncipe heredero del Imperio MexicanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora