ALESSANDRO
El trabajo es lo unico que parece llenar mis dias ahora. Desde la muerte del viejo, todo está patas arriba. Los que alguna vez me juraron lealtad aprovecharon mi ausencia para jugar a ser poderosos. Ratas, todas ellas. Y como ratas, les llegará su hora. Pero hay prioridades.
Mila.
Esa chica llegó a mi prisión como un angel del caos. Fue su osadía la que me sacó de ese agujero, aunque dudo que lo haya planeado. Es por eso que sigue viva. Prometí dejarla vivir, pero nunca dije que la dejaria ir. Especialmente ahora que tengo asuntos pendiente con ella.
Es curiosa. Mas de lo que deberia ser, y eso la convierte en un problema. Prefiero tenerla encerrada, limitada, porque cuando esta suelta es como una chispa en un cuarto lleno de gasolina. Peligrosa y explosiva. No es hermosa como su hermana Beatriz, pero hay algo en ella que compensa con creces esa diferencia. Su osadía, su mirada desafiante. Camina a mi lado o se enfrenta a mi como si fueramos iguales. Una pequeña fiera muy perspicaz.
Sin embargo, no puedo olvidar que esa misma osadía la hace peligrosa. Si no tengo cuidado, podria convertirse en un obstaculo, uno que no dudaré en eliminar si se interpone en mis planes.
La puerta es golpeada suavemente, sacandome de mis pensamientos. Estoy saliendo del baño con el cabello mojado cayendo sobre mi frente. Le permito entrar, y Mia aparece. Su figura no ha cambiado desde la ultima vez que la ví: curvas pronunciadas, piel palida y un cabello negro como la noche que cae como una cascada por su espalda.
—La cena esta servida, señor. —su voz es baja, sus ojos fijos en el suelo como todos los demas.
Siempre ha sido asi. Me temen. Me evitan. Para ellos soy el diablo en persona, y no estan del todo equivocados.
—No tengo hambre. —sacudo mi cabello con la toalla y busco un boxer limpio. Cuando me doy la vuelta, la veo desnudandose lentamente.
Mia sabe lo que esta haciendo. Sus movimientos son calculados, como un baile diseñado para atraer mi atencion. Pero hoy no me interesa.
—Puedo ayudarlo a relajarse, señor.
—Hoy no se me apetece. Puedes retirarte.
Sus ojos sorpredidos, me miran por un instante antes de bajar de nuevo la mirada. Esbozo una ligera sonrisa al verla recoger su ropa rapidamente. Cuando la puerta se cierra tras ella, me dejo caer sobre la cama, esperando que el cansancio me permita descansar.
Pero el sueño no llega.
Las horas pasan mientras observo el techo oscuro. Perdido en pensamientos. Los años de encierro dejaron cierta cicatrices, no solo en mi cuerpo, si no en mi mente. Cada vez que cierro los ojos, veo el rostro de mi hermano, la sangre salpicando el suelo. No siento remordimiento, solo la confirmacion de que hice lo que era necesario. Sin embargo, peso del poder, delas deciciones, se sienten mas fuertes cuando estoy solo.
Un ruido inesperado rompe el silencio. Mi cuerpo reacciona instintivamente. Tomo el arma oculta bajo mi almohada y me pongo de pie. La sombra en la esquina de la habitacion tambalea hacia a mi, y una risa suave y casi infantil llena el aire.
—¿Qué demonios...?
Entonces la reconozco. Mila.
—¿Qué haces aquí? —mi tono es cortante, pero ella solo se rie como si no me escuchara.
—Oh, es el devorador de almas... —murmura entre risitas, su voz entrecortada por el alcohol o, quizas, algo más.
—Largate de aquí antes de que haga que te lleven a una celda.
—N–No... esta es mi habitación.... —balbucea mientras comienza a quitarse la blusa.
La paciencia que tengo con ella es limitada y estoy a punto de sacarla a ratras cuando se lanza sobre mi. Sus brazos se cierran alrededor de mi cuello y antes de que pueda apartarla, sus labios chocan contra los mios.
—¿Qué demonios estas haciendo? —gruño, intentando alejarla, pero ella simplemente se rie como si hubiese dicho un chiste.
—Shhh... —susurra con una mirada que mezcla atrevimiento y deseo. —Sé que lo quieres. Hazlo. Haz lo que ibas a hacer aquella noche.
—¿Estas loca?
—Si. —su respuesta es inmediata, y me roba otro beso antes de que pueda reaccionar.
Hay algo en su toque, en la forma en que sus manos se deslizan por mi pecho que despierta un deseo primitivo en mi. Maldigo en silencio mientras profundizo el beso, mi mano sujetando su nuca mientras mis dedos se enredan en su cabello. Es un error, lo sé. Pero en este momento no me importa si lo es.
Su ropa desaparece en cuestión de segundos y la llevo a la cama con una facilidad que parece divertirla. Su risa llena la habitacion, es suave y tentadora, sus ojos buscan los mios hasta que los encuentra. La luz de la luna ilumina su rostro, mostrando una mezcla de desafio y vulnerabilidad que me atrapa.
Se mueve sobre, acomodandose con una confianza que no esperaba. Sus movimientos son lentos al principiom exploratorios, pero pronto se convierten en algo más. Cada roce de su cuerpo contra el mio enciende un fuego que amenaza con consumirnos a ambos.
Sus gemidos son una sinfonía que acompaña el ritmo de nuestras respiraciones que se entrelazan como si pertenecieran a un solo cuerpo. Sus uñas raspan mi piuel dejando marcas que me recuerda que esta aquí conmigo, completamente entrega en este momento disfrutandolo, pidiendome mas fuerte, pronunciando mi nombre con deleite mientras las embestidas toman fuerza con cada gemido que sale de ella.
Cambio de posición llevandola debajo de mi mientras sus piernas se enredan en mi cintura. Su sonrisa es perversa, picara, pero sus ojos brillan con algo mas profundo, algo que no estoy seguro de querer descifrar.
—¿Estas disfrutando de tu castigo, pequeño ciervo? —murmuro contra su cuello, mi voz es mas ronca provocada por el dese que se adueña de mi cuerpo.
—Callate y sigue.
Cada movimiento es mas intenso que el anterior, cada gemido es un recordatorio de que la tengo completamente bajo mi control. Pero hay algo en ella, algo en la forma en que me mira, que me hace sentir como si fuera al reves. Como si ella fuera la que viera el control.
Habilmente cambio de posicion y se carcajea para luego restregar su trasero contra mi. Ella contrae sus paredes vaginales provocandome gruñidos salvajes involuntariamente, mi mano derecha la envuelvo con su cabello haciendo que las embestidas sean mas potentes con cada segundo que pasaba, siento mi cuerpo arder por completo y mi cabeza nublarse al sentir el detonante a punto de explotar dentro mi hasta que sucede y mis fluidos la llenan por completo mientras tiemblo aun con mi pene dentro de su vagina.
Se inclina hacia atrás y se apoya de las sabanas como si eso le ayudara a ella a estimularse, como si en realidad estuviera utilizandome para su propio placer. El espacio a nuestro alrdedor se desvanece y todo se reduce a este momento infernal que me hace admirarla en silencio y ver cada expresion suya. Gime mientras se inclina mas y cada vez lo hace mas alto.
Finalmente, el climax nos alcanza y me dejo caer junto a ella, con mi respiracion aún agitada. Su cuerpo tiembla ligeramente mientras la observo mirar hacia el techo y soltar pequeñas risitas de diversión. La tomo de sus mejillas para que me mire, la beso una ultima vez mordiendo suavemente su labio inferior hasta que un pequeño hilo de sangre aparece.
—Ahora sabes lo que pasa cuando juegas con fuego, Mila.
Ella no responde. Solo me mira, con una mezcla de satisfacción y algo más. Algo que no logro descifrar, pero que promete problemas.

ESTÁS LEYENDO
Perversión
RomanceTraicionada por su propia familia por amar a quien no debía, huye con el corazón roto... solo para caer en una trampa mortal. Secuestrada por error y encerrada en un lugar desconocido, su única salida parece ser una puerta de hierro que oculta un se...