pedido: greciaaaass
La lealtad.
Es un termino usado mas que todo en amistades ya que son aquellas personas que juran estar contigo toda la vida y eso pasaba con Senju.
Son mejores amigas desde la infancia, realmente vivieron todas las facetas de las otras, sus traumas, son ilusiones, incluso cuando vestían horrible por lo que en dicha amistad habian reglas y en todas esas donde se juraban amistad por siempre, no mentiras y confianza, habia una que destacaba sobre el resto.
"Prohibido meterse con el hermano de la otra"
Sanzu y Takemichi, nunca fueron buenos amigos, por lo que escuchaste siempre se llevaban mal, habían peleas, pero ya que también se conocían desde pequeño siempre estaban por el otro.
Conocías a Sanzu, desde su epoca "lesbiana" como la llamaba senju hasta ahora en donde era un famoso abogado, guapo, millonario y sobre todo una persona que llevaba todo al extremo, lo contrario a tu hermano quien era alguien chillón y reservado.
"Es obvio que no meteré con tu hermano"
Fue algo que dijiste cuando tenias 8 años y cuando sanzu estaba en sus 18, en donde el estaba con su cabello largo y se veia horrible con aquella cicatriz.
Sin embargo, cuando se rebajó el cabello, la cicatriz desapareció, el comenzó a ir al gimnasio y tu estabas en plena edad en donde tus hormonas se descontrolaban.
Sanzu ya tenía 22 años y tu estabas en tus 12.
Era alguien muy mayor para ti y eso lo sabias, Sanzu te veía como su segunda hermana y no lo culpabas, después de todo te cambio los pañales.
- Vamos- miraste a Senju una ultima vez- Para ser alguien que tiene 20 pareces de 15- susurro la peli blanca.
-Callate.
-Luces como Takemichi, el parece de menor edad, si lo viera por la calle juraria que tiene 22 años y no 30.
-Es porque tiene cara de idiota, Sanzu si se ve mayor, tal vez por que viste con traje.
-A mi me gusta como se ve Takemichi con el uniforme de policia.
- Sanzu también se ve bien con el traje- ambas quedaron en silencio.
-No te olvides de la regla.
-Lo se- le tiraste un cojin- vámonos- agarraste tu cartera y ambas bajaron para ver a sus hermanos jugar.
- ¿Dónde van? - hablo Takemichi.
-Disco- hablo Senju- regresamos tarde.
-Las voy a dejar- Hablo Sanzu.
-Ni loco- Senju hablo- Tenemos que llegar solteras y apetecibles, si nos ven bajando contigo pensaran que vamos con nuestra padre- Takemichi se empezo a reir.
-Bueno- Sanzu te miro- avisen cuando esten por venir.
Después de llegar al lugar solo bebieron y tomaron, era el último dia de verano, cuando llegaba el invierno odiaban salir por el frio.
Tu hermano te escribió preguntando como ibas, pero el mensaje que mas llamo tu atención fue el de Sanzu.
"Te necesito"
Mordiste tu labio, tu cuerpo empezaba a sentir su tacto, su mano pasando por tu muslo hasta llegar a tu entrepierna, como sus gruesos dedos entraban y salían mientras su boca mordía tus pezones.
"¿Mi hermano se fue?"
recibiste un "si" como respuesta, si ibas tendrías que permanecer en silencio y fingir que te ibas a tu casa, pero entrarías por la puerta trasera, Senju te mataría si te ve entrando a la habitación del cuarto de su hermano.
-Hanna- Senju agarro tu mano- ¿nos vamos?
Ella estaba algo mareada, podías ver sus pupilas, la miraste y asentiste- Si.
Ibas agarrar un taxi- De hecho...me viene a ver alguien, perdon.
- ¿No vas a casa?- ella negó- Bien, anda- por ti era mejor- ¿Con quién te vas?
-Con tu- Senju mordió su labio- Con Taku- la miraste confusa- No, osea, Taku el chico que me invito a salir, el quiere que vaya a su casa, ya sabes, sexo.
-Lo entiendo.
Senju se fue y juraste ver el auto de tu hermano estacionado en lo oscuro, no le diste importancia así que solo buscaste un taxi y le diste la dirección.
Entraste a la casa, por lo general es siempre estaba en la oficina, subiste hacia la habitación y lo viste ahí, con las cejas fruncida mirando la laptop, su expresión se suavizo al verte, estiro su cuerpo y se relajo en la silla.
-Amor- caminaste hacia el con una sonrisa- princesa, ¿porque no me llamaste para ir a verte?, Senju se fue aparte.
- ¿Como sabes?
-Me lo dijo- lo miraste, dudabas mucho que ella le hubiera dicho ya que su celular estaba muerto.
Su mano subio por tu vestido, observaste el brillo de su reloj, dios mío, el arrepentimiento te consumía, pero es que el tenía la culpa, ¿porque era tan caliente?
Si era cierto que lo viste feo antes, pero el era un pandillero que no sabía lo que quería, al igual que tu hermano solo que el si sabía que hacia ahi, por eso fue que no le prestaste atención.
Pero ahora era diferente, no importaba que tan culpable te sentías, al final de todo lo disfrutabas.
- Te extrañe- susurraste.
-Hueles a alcohol.
-Tome un poco- te deslizaste por sus piernas hasta caer de rodillas, Sanzu sabía que te gustaba hacerlo ahi, el vestido de esa manera, en la oficina, decías que lo hacía ver más erótico.
Tus manos pasaron por su cinturón, retirándolo, bajando el cierre y luego bajando su pantalón junto al bóxer para liberar su erección.
Tus labios dieron un suave beso contra su punta- ¿desde cuándo estas caliente?
-Desde que te vi.
Pasaste la lengua sobre su miembro, ensalivándola para poder lubricarla, querías tenerlo dentro de ti lo mas rapido que podias.
Te levantaste para sentarte en su regazo, retirando tu ropa te acomodaste encima de él frotando tu trasero contra su miembro.
Sanzu agarro su miembro, te levantaste para poder alinearlo y luego dejarte bajar, su miembro estiro tu entrada para luego entrar por completo.
El giro la silla accidentalmente, su portátil estaba abierta y había un mensaje de tu hermano "Ya llego"
- ¿Que miras? - Sanzu dio la vuelta y cerro el portátil, no le dijiste nada, tal vez eran esos casos que tenían juntos, de algún correo.
El te levanto, hizo espacio en el escritorio para acostarte, retiro su saco y abrió los botones de su camisa para luego sacarla.
-Si senju se entera que estoy follando contigo me odiaría.
-Lo mismo con tu hermano- Sanzu comenzó a mover sus caderas, dejando el lado tu edad, la relación que tenían, el cómo te vio crecer, todo.
Ahora eras solo de el y nadie podía quitarle eso, ni su hermana menor quien ya lo había amenazado con matarlo, pero como podía cumplir esa regla si te veías tan bien debajo de el, apretando tus labios intentando no gemir tan fuerte, el cómo tu trasero rebotaba cuando golpeaba a un solo ritmo.
Eras el pecado más placentero que el pudo haber cometido y sea cual sea su castigo no le importa.