𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘖𝘭𝘢𝘴 𝘺 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 || Baxter Radic

𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

ᵖᵒᵛ ᔆᵘᵐᵐᵉʳ
°❀⋆.ೃ࿔*:･

La noche había llegado, y aunque todos parecían disfrutar de la fiesta, yo no podía dejar de mirar a Ava y Baxter. Estaban juntos, hablando, y se veían... bien. Era imposible no notar la química entre ellos, aunque algo en mi pecho se apretó al verlos. A veces me sentía como si no pudiera escapar de la sensación de ser la tercera rueda en todo esto, especialmente porque, después de lo de hoy, mi cabeza no paraba de dar vueltas.

Miré a Wren, quien aún estaba con el tobillo herido, y vi a Ari, inclinándose sobre ella para ponerle hielo. La escena me sacudió un poco, pero lo que realmente me molestaba era que Wren había sido tan dramática sobre todo. Para mí, estaba fingiendo, solo para hacerme quedar mal. Como siempre lo hacía. El problema nunca era ella, sino cómo todo giraba alrededor de su dolor, incluso cuando no era necesario.

Me quedé ahí, observando cómo Ari se levantaba y se alejaba para buscar más hielo, y antes de que pudiera pensar en algo, me encontré a su lado.

—¿Sabes dónde hay más hielo? —me preguntó, sin mirarme directamente.

No respondí, no podía. Estaba molesta, pero también sentía un nudo en el estómago que no podía explicar. La tensión entre nosotros era palpable. Finalmente, lo miré y me atreví a decir lo que pensaba.

—Está fingiendo para hacerme quedar mal. Te lastimará. No deberías estar con alguien así. Ni dejar que Ava esté cerca de ella... —mi voz tembló un poco, pero no me detuve. Lo que sentía tenía que salir.

Pero Ari no me dio tiempo para seguir hablando.

—Basta, ¿qué dices, Summer? Wren no es el problema. Eres tú. —su tono era firme, y aunque las palabras me golpearon, lo peor fue la mirada en sus ojos.

Me quedé congelada, sin saber qué decir.

—¿Qué significa eso? —pregunté, intentando entender lo que acababa de escuchar.

Ari suspiró, como si estuviera a punto de soltar algo que llevaba mucho tiempo guardado.

—Desapareciste. Cuando volviste a New York, hablábamos todos los días. Luego te perdiste. —su voz sonó cansada, como si estuviera reviviendo todos esos momentos que había tratado de olvidar.

Me quedé sin palabras, mirando a Ari como si tratara de entender lo que me decía.

—Estaba ocupada... —dije al fin, algo defensiva—. Estaba surfeando. No quería que nos encariñáramos demasiado. —mi voz se fue apagando al darme cuenta de lo que estaba diciendo.

Ari me miró como si esperara más de mí.

—Si te molestó, ¿por qué no me dijiste nada? No leo la mente, Ari. —mis palabras salieron más fuertes de lo que esperaba, pero me sentí atrapada.