𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘖𝘭𝘢𝘴 𝘺 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 ||
Ava Gibson, una joven sumamente apasionada por el surf y las olas junto su "casi algo", Marlon, que se encuentra sumamente extraño.
Pero eso cambiará, parece que un nuevo surfista roba su corazón.
Cuand...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ⁿᵃʳʳᵃᵈᵒʳ ᵒᵐⁿⁱˢᶜⁱᵉⁿᵗᵉ
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⋆⁺₊⋆
El sol apenas asomaba sobre el horizonte cuando Ava llegó a la playa, tabla en mano y el corazón todavía hecho un nudo. El viento fresco de la mañana le despeinaba los mechones sueltos, y la arena húmeda se pegaba a sus pies desnudos. Era su último día en Byron Bay. Todo lo que había pasado en esa semana la perseguía como una sombra. Y necesitaba, aunque fuera por un rato, dejar de pensar.
El mar estaba en calma, con olas suaves rompiendo a intervalos regulares. Un paraíso para cualquiera que quisiera flotar y perderse. Ava se metió al agua sin dudarlo. El neopreno le apretaba el cuerpo, pero le gustaba esa sensación: como si la protegiera del mundo exterior.
Paddaleó hacia adentro con movimientos mecánicos, como si su cuerpo supiera lo que hacía aunque su mente estuviera en otro lado. Una ola se formó a lo lejos. No era perfecta, pero bastaba. Se puso de pie sobre la tabla con la misma facilidad con la que respiraba. Por unos segundos, todo desapareció. No había confusión, ni tristeza, ni esa duda punzante que sentía cada vez que pensaba en Summer. Solo ella y el mar.
Al terminar la ola, se dejó caer al agua y flotó de espaldas. Cerró los ojos.
"¿Y si Summer decía la verdad?"
Era una pregunta que le rondaba desde la noche anterior. Había hablado con Ari, que estaba raro, más seco que de costumbre. No quiso contarle mucho, solo le dijo que Summer ya estaba en casa. Él no respondió gran cosa. Apenas un "ok".
Ava había pasado la noche sin dormir, dándole vueltas a todo. La letra en la pared, la forma en que todos se habían dado vuelta tan rápido, lo segura que parecía Wren al señalar a Summer. Demasiado segura. Y esa seguridad, ahora que lo pensaba con más claridad, le empezó a parecer sospechosa.
Otra ola rompió cerca y Ava se incorporó de nuevo. No quería pensar. Pero el mar, por calmo que fuera, no podía callar las voces dentro suyo.
Volvió a remar, atrapó otra ola. Y por unos segundos, volvió a ser ella. Ava la surfista. La que no tenía que pensar en lo que dolía.
Pero cuando salió del agua y se sentó en la arena, envuelta en la toalla con la mirada perdida en el horizonte. Las olas iban y venían, ajenas al torbellino que tenía adentro. No tenía ganas de volver a la casa. No todavía.
—¿Puedo?
La voz de Bodhi la sobresaltó. Se giró y la vio de pie, con expresión seria, la tabla bajo el brazo.
Ava asintió, sin demasiada emoción.
Bodhi se sentó a su lado, dejando la tabla a un costado. No hablaba con la calidez de siempre. Había algo tenso en su tono, como si estuviera a punto de decir algo que llevaba tiempo guardando.