𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘖𝘭𝘢𝘴 𝘺 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 ||
Ava Gibson, una joven sumamente apasionada por el surf y las olas junto su "casi algo", Marlon, que se encuentra sumamente extraño.
Pero eso cambiará, parece que un nuevo surfista roba su corazón.
Cuand...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ᵖᵒᵛ ᴬᵛᵃ
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⋆⁺₊⋆
Me apareció de golpe. Justo cuando no estaba pensando en él, justo cuando por fin sentía que podía respirar sin que me doliera el pecho. "Baxter te ha seguido."
Mi estómago se apretó como si alguien me hubiese dado un puñetazo. Me quedé mirando la pantalla como una idiota, como si eso pudiera cambiar el nombre que estaba ahí. Pero era él. Claro que era él. Siempre es él.
No sé qué esperaba. No sé qué pretendía. ¿Un hola disfrazado de clic? ¿Un "sigo aquí" después de haberme dejado llorando, sola, jurando que no me iba a romper y luego rompiéndome igual?
Estuvimos juntos veintiséis días. Lo sé, no es mucho. Pero para mí fue suficiente para imaginar cosas que ahora me da vergüenza admitir. Me prometió que no me iba a lastimar. Lo dijo con esa voz suya, tan bonita, tan tranquila. Como si las promesas fueran fáciles. Como si él realmente creyera que podía cumplirlas.
Y ahora, una semana después, vuelve... ¿así? Ni una palabra. Ni una disculpa. Solo un follow.
Me dan ganas de reír. O de llorar. No sé cuál duele más.
No lo bloqueé. No sé por qué. Quizás soy masoquista. Quizás quiero que vea lo que dejó. O quizás todavía hay una parte de mí que espera... aunque odio admitirlo. Qué estúpida soy.
Me dejaste. Me partiste. Y aún así, aquí estoy. Revisando tu perfil como si tus fotos pudieran explicarme por qué ya no fui suficiente.
Mis manos empezaron a temblar apenas vi su nombre. No era la primera vez que me pasaba, pero esta vez dolía distinto. Como si en lugar de ansiedad fuera decepción pura, cruda, atravesándome el pecho. El aire dejó de entrar bien, otra vez. Me forcé a respirar lento, como me enseñaron, pero todo se sentía apretado y falso. Ari no estaba. Me había preguntado hace un rato si quería que viniera, y yo, terca como siempre, le dije que no, que estaba bien. Sabía que no lo estaba. Él también lo sabía, pero decidió creerme porque a veces es más fácil dejar que el otro mienta que obligarlo a desnudarse emocionalmente. Me tiré al suelo, boca arriba, con la mano en el pecho como si pudiera mantener mi corazón quieto. El frío del piso me ayudó un poco, solo un poco. Cerré los ojos y traté de no pensar, pero era imposible no hacerlo. Estaba ahí, en mi cabeza, esa notificación simple que lo cambió todo: "Baxter te ha seguido." Qué irónico, ¿no? Me dejó, me rompió, y una semana después me sigue como si eso significara algo. Como si yo fuera una historia que le interesa ver de lejos, pero no vivir. Pensé en escribirle, en preguntarle qué buscaba, pero no lo hice. Me conozco. Si le escribo, vuelvo a caer. Y esta vez no sé si tengo fuerzas para volver a salir. Me quedé ahí, quieta, sintiendo cómo las lágrimas salían solas. Ya ni tengo que hacer fuerza para llorar. Mi cuerpo lo hace por mí, como si supiera que necesito soltar algo, lo que sea. Después de un rato, me senté, me limpié la cara con la manga y me obligué a no mirar el teléfono. No quería volver a ver su nombre. No hoy. No ahora. Y me prometí otra vez —aunque sé que mañana tal vez me traicione— que no voy a volver a romperme por alguien que se fue sin luchar por mí.