𝐗𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈

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ᵖᵒᵛ ᴬᵛᵃ

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ᵖᵒᵛ ᴬᵛᵃ

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Mis pasos eran pesados mientras me alejaba, aunque lo único que quería era correr, escapar de todo lo que acababa de suceder. Mi pecho dolía como si lo estuvieran apretando con fuerza. ¿Cómo fue que llegué aquí?

Cerré los ojos un momento, intentando contener el torbellino de pensamientos que no paraban de golpearme.

Creí que esta vez sería diferente. Que esta vez, alguien vería algo en mí que valiera la pena. Pero no, siempre terminaba igual, siempre me rompían.

Las palabras que Baxter había dicho resonaban en mi cabeza, crueles e implacables, aunque él no las hubiera dicho con malicia. "No quiero hacerte daño." Era absurdo. ¿Cómo no se daba cuenta de que ya lo estaba haciendo?

Suspiré, bajando la mirada hacia la arena bajo mis pies. Creí que estaba completamente enamorado de mí... Esa era la parte que más dolía. Había sentido sus besos, su mirada, incluso el brillo en sus ojos cuando hablaba conmigo. Había sido real, o eso pensé.

¿Por qué me dejé creer? ¿Por qué bajé las barreras que tanto me había costado levantar después de Marlon? No quería enamorarme otra vez, pero él... él había hecho que todo se sintiera tan fácil, tan inevitable.

Y ahora estaba aquí, otra vez, rota.

La ansiedad crecía en mi pecho, sofocándome lentamente. Me llevé una mano al rostro, tratando de calmarme, pero era inútil. No quería que nadie me viera así, no quería ser esa chica otra vez: la que no puede manejar sus emociones, la que parece que siempre está al borde de derrumbarse.

Tragué saliva, con un nudo en la garganta que no se iba. "Es tu culpa," susurraba una voz cruel en mi mente. "Siempre te lastiman porque esperas demasiado."

Creí que esta vez no me rompería el corazón. Pero me equivoqué. Y no sabía si tenía la fuerza para recoger los pedazos otra vez.

Sentí que el aire se me escapaba, como si me estuviera ahogando en una mezcla de emociones que no podía controlar. El dolor en mi pecho era tan intenso que apenas podía pensar con claridad. No, no otra vez, me repetía, mientras la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí.

Respiré profundamente, pero solo parecía empeorar. El aire me faltaba, mis manos temblaban y mis pensamientos se volvían cada vez más caóticos. Las olas del mar ya no me parecían tranquilizadoras, y el sonido de las voces de la gente a lo lejos se convirtió en un eco lejano, casi insoportable.

¿Por qué de nuevo? Pensaba. ¿Por qué ahora? La sensación era familiar, esa pesadez en el pecho, esa falta de control, ese miedo constante a que todo se desplomara de nuevo. Sentí la necesidad de alejarme, de esconderme en algún lugar donde nadie pudiera verme.

𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘖𝘭𝘢𝘴 𝘺 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 ||  Baxter RadicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora