𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘖𝘭𝘢𝘴 𝘺 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 ||
Ava Gibson, una joven sumamente apasionada por el surf y las olas junto su "casi algo", Marlon, que se encuentra sumamente extraño.
Pero eso cambiará, parece que un nuevo surfista roba su corazón.
Cuand...
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Summer dejó que el silencio se asentara entre nosotras, dándome tiempo para ordenar mis pensamientos. Estaba recostada sobre la hierba, como si la conversación no la hubiera afectado tanto como a mí. Esa ligereza suya me tranquilizaba y, al mismo tiempo, me frustraba. ¿Cómo podía ser tan despreocupada cuando yo sentía que llevaba un huracán dentro?
—No siempre soy así, ¿sabes? —dije de repente, rompiendo el silencio. No sabía por qué lo había dicho, pero las palabras simplemente salieron.
Summer levantó la vista, curiosa.
—¿Así cómo?
—Tan... complicada. —Suspiré, sintiendo que la palabra pesaba en mi lengua—. A veces desearía poder ser como tú. Relajada, divertida... Como si nada te afectara.
Su expresión cambió ligeramente, como si mi comentario la hubiera tomado por sorpresa. Se sentó, dejando el diente de león a un lado, y me miró con seriedad.
—¿De verdad crees que nada me afecta? —preguntó, su voz baja pero firme.
Abrí la boca para responder, pero me detuve. No había esperado esa reacción. Summer siempre parecía tan segura de sí misma, tan ajena a las preocupaciones que me perseguían día y noche. Pero ahora, su mirada era distinta. Más profunda. Más humana.
—Ava... no sabes cuántas veces he sentido que no soy suficiente —dijo después de un momento, su tono cargado de una vulnerabilidad que no le había visto antes—. Solo porque no lo muestro no significa que no lo sienta. Todo el mundo tiene sus cosas, ¿sabes?
Sus palabras me dejaron sin aliento. Siempre había puesto a Summer en un pedestal, como si ella fuera inmune a las inseguridades que me atormentaban. Pero ahora, al verla así, entendí que no éramos tan diferentes como pensaba.
—No quería decir que no tuvieras problemas... Es solo que... —Bajé la mirada, buscando las palabras adecuadas—. Pareces manejarlos mucho mejor que yo.
Summer dejó escapar una pequeña risa, pero no había burla en ella. Más bien, era un sonido lleno de comprensión.
—No siempre. Solo trato de no dejar que me consuman. Pero créeme, hay días en los que me siento igual que tú. —Hizo una pausa, mirando al cielo por un momento antes de volver a mirarme—. Lo importante es no dejar que esos días definan quién eres.
Asentí lentamente, procesando lo que decía. Summer tenía razón. No se trataba de ser perfecta o de no tener problemas, sino de aprender a vivir con ellos sin dejar que me controlaran.
—Gracias por decirme eso —murmuré, sintiendo una extraña mezcla de alivio y vergüenza.
Ella sonrió, esa sonrisa tranquila que siempre me hacía sentir que todo estaría bien.
