𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘖𝘭𝘢𝘴 𝘺 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 ||
Ava Gibson, una joven sumamente apasionada por el surf y las olas junto su "casi algo", Marlon, que se encuentra sumamente extraño.
Pero eso cambiará, parece que un nuevo surfista roba su corazón.
Cuand...
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ᵖᵒᵛᴬᵛᵃ ⋆⁺₊⋆ 🌊 ⋆⁺₊⋆
El sol empezaba a bajar lento, tiñendo el cielo de naranja, dorado y rosa.
Las voces seguían sonando a mi alrededor —Wren hablando con Elo, Bodhi comiendo algo, Griff riéndose por algo que no escuché bien—, pero todo me pasaba de largo, como si estuviera metida en un vidrio grueso, de esos que amortiguan los sonidos.
Sentí la sal secarse sobre la piel. La arena todavía pegada en las piernas. Y me di cuenta de que no era el mar lo que me dejaba ese hueco en el pecho.
Era algo más.
Me llevé la mano al cuello sin pensarlo. Un gesto automático.
Pero no lo sentí.
Parpadeé.
Volví a buscar.
Nada.
Mi respiración se cortó por un segundo. Palpé el borde del escote de la lycra, revisé el dobladillo. Me incliné, revisando en la mochila, entre las toallas húmedas, el protector solar, las botellas vacías. El corazón empezó a latirme más fuerte.
—No... no, no...
El collar.
El collar.
Ese que Baxter me había dado hace un mes, cuando todo todavía parecía estar en su lugar. El que tenía una pequeña piedrita azul, como el mar en calma. El que me prometí no quitarme nunca. El que todavía olía un poco a su perfume cuando me lo colgaba después de bañarme.
Desapareció.
Lo busqué otra vez, más rápido. Las manos temblando. Como si por moverse más rápido pudiera aparecer de golpe.
Pero no estaba.
Tragué saliva. Sentí una especie de pinchazo en el estómago. No podía llorar por eso. No ahora. No ahí.
Me puse de pie despacio, con los ojos ardiendo, el nudo en la garganta ya formándose.
No era solo un collar. Era una parte de mí que se había caído... como todo lo demás.
Me quedé un momento mirando el horizonte. El mismo mar que había estado conmigo todo el día. Ese que sabía guardar secretos.
—¿Otra pérdida más? —pensé.
Pero no lo dije. No lo dije porque ya me dolía bastante.
Y porque sabía que no era solo el collar lo que estaba perdiendo.
Seguí revisando la mochila aunque ya no tenía sentido.
Mis dedos temblaban un poco, no por frío. La cabeza me dolía, y no era por el sol. Cerré los ojos. Iba a llorar, otra vez. Por un collar. Por todo. Pero esta vez no me importaba si alguien me veía.