𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘖𝘭𝘢𝘴 𝘺 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 ||
Ava Gibson, una joven sumamente apasionada por el surf y las olas junto su "casi algo", Marlon, que se encuentra sumamente extraño.
Pero eso cambiará, parece que un nuevo surfista roba su corazón.
Cuand...
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ᵖᵒᵛᴬᵛᵃ ⋆⁺₊⋆ 🌙 ⋆⁺₊⋆
Las horas habían pasado como una nube pesada que no terminaba de despejarse. La fiesta ya era un recuerdo lejano: le habían cantado el cumpleaños a Wren, las risas se habían ido apagando, pero yo todavía sentía el nudo en la garganta que no me dejaba respirar.
Baxter no había vuelto.
Ari y Wren, después de tanta tensión, habían peleado, se habían separado, y en un giro casi absurdo, se besaron y volvieron a estar juntos. Yo lo había visto todo desde mi rincón, sintiéndome como si el mundo girara sin mí.
La noche había caído por completo cuando finalmente salí de mi habitación. El pelo despeinado, el alma cansada.
En el living, mamá, Margot —la mamá de Summer—, Honey, Ari y Summer estaban parados, como en una especie de reunión silenciosa.
Escuché la voz firme y fría de Margot dirigiéndose a Summer:
—No vas a ir a la competencia de la liga nacional.
El motivo: Summer había roto la ventana de un local. La tensión se podía cortar en el aire.
Me quedé ahí, quieta, sintiendo que ese día que parecía que nunca terminaría, todavía tenía más golpes guardados para mí.
Margot estaba firme, cruzada de brazos, su mirada no dejaba lugar a dudas. Summer bajaba la cabeza, sin atreverse a responder.
—¿Por qué? —preguntó mamá, con esa voz que intenta ser calmada pero que no puede ocultar su preocupación—. ¿Qué pasó exactamente?
Margot suspiró, y miró a Summer, que tragó saliva.
—Se peleó con alguien en la calle, y en medio de eso, terminó rompiendo la ventana del local de surf. No fue su intención, pero ya está.
—Summer... —Ari la miraba con mezcla de tristeza y frustración—. ¿No podés controlar nada?
El silencio cayó de golpe. Nadie sabía qué decir. Honey se aferraba a la mano de mamá, demasiado pequeña para entender.
Yo sentí que me congelaba adentro. Miré hacia otro lado, porque si los miraba, las lágrimas iban a estallar.
Sentí que nadie entendía cuánto todo esto me dolía. Que no había espacio para mí, para lo que yo sentía.
Todo seguía ahí: el beso que Baxter no me contó, la traición de Summer que nadie decía en voz alta, el vacío que se hacía cada vez más grande en mi pecho.
Me quedé en la puerta, como una sombra, sin saber si quedarme o salir corriendo.
Me abrí paso entre ellos, con la voz más firme de lo que me sentía.
—Margot —dije, mirando directo a sus ojos—, déjala ir a la liga nacional. Que ocupe mi lugar.