𝐋𝐗𝐈𝐈

126 12 3
                                        

ᵖᵒᵛ ᴬᵛᵃ⋆⁺₊⋆ 🌌 ⋆⁺₊⋆

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ᵖᵒᵛ ᴬᵛᵃ
⋆⁺₊⋆ 🌌 ⋆⁺₊⋆

Salí al patio a tomar un poco de aire. La noche estaba tranquila y el cielo despejado, con estrellas que parpadeaban suaves. Me apoyé en la baranda, intentando que la calma me alcanzara.

Sentí pasos detrás, y antes de que me diera vuelta, escuché esa voz tan familiar y cálida.

—¿No deberías estar descansando ya? —dijo Marlon con una sonrisa que siempre tenía el poder de aflojar cualquier tensión.

Me giré y lo vi ahí, con esa mirada de complicidad que siempre sabía cuándo necesitaba un poco de alivio.

—Ya sabes que no puedo quedarme quieta mucho tiempo —respondí, esbozando una sonrisa leve.

Se acercó y se apoyó al lado mío, sin invadir el espacio, solo ahí, presente.

—Si necesitás distraerte, estoy aquí. Para lo que sea. Incluso para hacerte reír, aunque sea con mis chistes malos. —Hizo una mueca divertida que me hizo soltar una pequeña risa.

Era raro cómo, a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros, Marlon seguía siendo ese refugio. El amigo que no me juzgaba, que me hacía sentir segura.

—Gracias, Marlon —le dije sincera—. De verdad.

Él solo me dio un codazo suave en el hombro y me lanzó una sonrisa cómplice.

—No hace falta que me agradezcas. Ya sos parte del paquete, y el paquete viene con amigos molestos incluidos.

Le devolví la sonrisa con más ganas, sintiendo un poco de esa ligereza que tanto necesitaba.

—Y vos siempre sabés cómo hacer que todo parezca un poco más simple.

—Es un talento especial —bromeó—. Pero en serio, Ava, lo que sea que estés pasando, no tenés que hacerlo sola.

Volví a mirar el cielo, sintiendo que quizá, solo quizá, no estaba tan sola como creía.

—¿Viste esa estrella fugaz? —preguntó Marlon de repente, señalando el cielo.

—No... ¿Dónde? —dije, girando la cabeza rápido.

—Ya se fue —respondió, con media sonrisa—. Pero si pediste un deseo a tiempo, seguro se cumple.

Rodé los ojos.
—Ni siquiera alcancé a verla.

—Entonces pedí uno igual —dijo, mirándome—. Nunca se sabe.

Lo miré un segundo, y bajé la vista otra vez hacia el cielo. No sabía qué desear. O tal vez sí, pero no me animaba a admitirlo.
Marlon se sentó en el borde de la tarima de madera, con los pies colgando. Yo hice lo mismo.

—¿Te acordás cuando dijimos que algún día íbamos a surfear en Hawái? —me dijo de la nada, con una sonrisa nostálgica.

—Sí... Dijimos que íbamos a robar una tabla, meternos al avión y vivir del sol y el mar —reí bajito—. Teníamos ocho años.

𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘖𝘭𝘢𝘴 𝘺 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 ||  Baxter RadicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora