Miró a los lados. Hasta hacia unas semanas había creído que ese edificio, e incluso que esta ciudad era seguro, y sabia que Ana había pensado igual. Pero desde que aparecieron los demonios y mataron a la mitad de los guardias, y desde que Ana había empezado a preocuparse de la seguridad de todos los habitantes, siento que miles de sombras me persiguen siempre.
Fue una tragedia. Un día, un ejército de demonios apareció en la llanura yerma que había detrás del castillo, fuera de las murallas. Después de que mataran a la mitad de los guardias de la ciudad, y que la otra mitad huyera, exigieron quedarse en la ciudad por un tiempo. No especificaron, pero al demonio que hablo le brillaban los ojos. Ana no pudo más que afirmar, pero con la condición de que no mataran a nadie.
No han cumplido el trato. Han masacrado a toda una calle. Toda. Y esta noche puede que sea media ciudad si no hacemos algo. Necesitamos ayuda. Cualquiera. Hasta Ana está desesperada. Pero ahora la he visto tranquila. Demasiado tranquila. Me asusta. Yo también intento estar tranquila. Me autoengaño diciéndome que todo irá bien. Pero mi corazón late muy deprisa. Ana y yo llegamos a la misma conclusión hace unas semanas. Alguien ayuda a los demonios. O los controla, quien sabe. Y esta dentro de estas paredes.
He tenido una corazonada. Las mazmorras. Vegetta. Algo pasa. Así que aunque debería estar con Ana aguardando a la resistencia, la dejo sola y corro para allá como alma que lleva el diablo. Mi pelo rubio juguetea en mi cara por la carrera. Pero no me importa. Llego a las mazmorras. La puerta de Vegetta está al fondo. Esta cerrada. No la han forzado. Suspiro. Son menos posibilidades de que no haya nadie dentro. Aun así sigo tensa. Saco la llave que abre la puerta y la hago girar cuando está en la cerradura. Dejo la puerta medio abierta. Todo está oscuro. Doy un par de pasos mientras saco mi tiza y hago un símbolo para iluminar la sala. Mierda, no me salió bien. Tendría que haber estado más atenta a las clases. Lo intento de nuevo, mientras doy un par de pasos más. Antes de que el símbolo surta efecto, mis zapatos pisan algo líquido y viscoso. No me da tiempo a pensar en diferentes opciones. La luz ilumina la habitación y por lo tanto también el suelo. Es sangre. Y varios pasos más adelante, el cuerpo de Vegetta. Está irreconocible. Masacrado. ¿Qué entonces como sé que es Vegetta? La misma corazonada que me abordo minutos antes. Mi pecho empieza a subir y a bajar cada vez más rápido. Quiero salir de allí cuanto antes, pero algo me impide que me mueva de allí. Una pequeña presión que recorre todas las partes de mi cuerpo. Cuando estoy a punto de mover un pie, parece que este se lo piensa mejor y se mantiene quieto en el suelo.
Oigo pasos. Son rítmicos. Van muy pausadamente. A pesar de que debería reconfortarme, me asustan cada vez más. Siento miedo. Mucho más miedo que ver ese cadáver ahí tirado. ¿Por qué? Van tan rítmicos que en un momento dado me parecen hasta una tortura. ¿Quieren hacerme sufrir? ¿Por qué? Los pasos paran. Se oye un gritito. Alguien está detrás de mí.
-¿Viana? ¿Qué has hecho?- Conozco esa voz perfectamente. Se vuelven a oír pasos. Se acerca a mí. Paran. Aun no está justo detrás de mí espalda. La puerta comienza a cerrarse. ¡No, no, no, no por favor! ¡No me dejes aquí encerrada! Sin embargo sigo oyendo su respiración. ¿Se... queda dentro... conmigo?
-Has...has matado a Vegetta. Viana, has matado a Vegetta.-La pequeña presión que sentía en la garganta desapareció de inmediato.
-¡No! ¡Yo no le he matado!
-Le has matado, Viana.- Lo repitió muchas más veces. Como si fuera una cancioncilla. Quería taparme los oídos. Odiaba esa canción. Quería que parase. Era mentira. Yo no le había matado.
-¡PARA! ¡YO NO HE SIDO! ¡Yo no he sido!- Quería llorar. Paró y soltó una pequeña exclamación.
-¿Qué dirá Ana? ¿Qué pensara de ti, Viana?-Las lagrimas recorrieron mi cara.
-No lo he matado. ¡Lo sabes! ¡Se que lo sabes!
El pequeño símbolo desapareció y la habitación quedo a oscuras. Respire agitadamente. Los pasos volvieron. Sentí que estaba detrás de mí. Apoyo sus manos en mis hombros.
-Para que ocultarlo. Tú no le mataste. Claro que tú no lo mataste. Tu eres incapaz de matar ni a una mosca.
Sonreí. Me creía. Por fin
-Por eso lo mate yo.
Abrí los ojos más que nunca. No podía ser.
-Lo... mataste... tú? No, no, no puede ser.-Quito sus manos de mis hombros y empezó a andar por la habitación.
-Así es. Yo lo mate. Y como sabes quién soy no puedo dejarte ir. Me perdonaras... ¿verdad Vivi?- No podía moverme. La presión en la garganta volvió para no dejarme gritar. Apenas podía susurrar. Estaba delante de mí. Sus manos rodearon mi cuello. Y poco a poco empezó a apretar cada vez más fuerte.
-Pero quiero que te lleves algo a la tumba... Yo controlo a los demonios. Yo soy quien atormenta a Ana. Yo soy la causa de todo lo que ha ocurrido... Yo soy a quien todos aborrecéis desde hace tanto que ni lo recuerdas. YO LO MATE.
Miles de imágenes atravesaron mi cabeza. Todo tenía sentido. Pero demasiado tarde. Mierda. Demasiado tarde para poder decírselo a nadie. Recordaba cosas que nunca antes creía haber vivido. Cada vez sus manos apretaban más y más a mi cuello. Ya no podía respirar. Debía decírselo a Ana. Debía decirle que quien iba tras ella era...
-Por... favor... déjame.
-No puedo
Sentí como una lágrima se deslizaba por mi mejilla. La fuerza con la que me estrangulaba cada vez era más fuerte. Intente librarme de ella. Cada vez la presión que retenía a mi cuerpo era más débil, como mi energía. La vista se me nublaba. No conseguía respirar por mucho esfuerzo que hiciera.
-Por...favor...Ar...Aria.
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Yyyy la ultima parte del especial. Ya quedan muy pocos capitulos de este fanfic. Espero que os este gustando mucho y que os haya sorprendido mucho esta ultima resolución. Un besazo y un saludo se despide Pink Jeans
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Historia de youtubers
FanficMuchos decimos frases como: "Me encanta este videojuego" o "Este videojuego me fascina". Incluso hay gente que dice "Es que este videojuego me ha atrapado". Pero, ¿que pasaría si en verdad el videojuego te atrapara?, ¿y si no te dejara salir?, ¿y si...