→ f o r t y o n e

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Faith
Cuando salí de darme una larga ducha, en la que había aprovechado para pensar sobre todo lo que Harry me había dicho; y mi situación actual junto a Sandy y junto a Harry, vi a Sandy ya sentada sobre mi cama. Tenía un regalo envuelto en papel blanco sobre las piernas. Al verme, sonrió, levantándose de inmediato.

- ¡Feliz cumpleaños, amor! - exclamó, tendiéndome el regalo.

- Harry te lo ha dicho, ¿no? - murmuré, poniendo los ojos en blanco.

- Siento mucho no haberlo recordado antes, Faith... - susurró, haciendo un puchero - Sabes que mi memoria es realmente mala.

- Sí, es mala para lo que quieres...

- Porfa, abre mi regalo... - frunció más su puchero y alargó sus brazos hacia mí para que cogiera el pequeño paquete.

- Está bien.

Cogí el regalo y me senté sobre la cama, quitándole el papel que lo envolvía. Entonces vi un alargado estuche, no muy ancho, de color negro y con el logo de la única joyería que había en el centro comercial, grabado en la parte inferior. Miré hacia a Sandy, algo sorprendida, no era una joyería barata. Abrí el estuche y pude ver el colgante que había dentro de éste. Era un collar formado por una fina cadena plateada y una preciosa margarita como colgante. A pesar de que estaba enfadada porque se había olvidado de mi cumpleaños, no pude evitar sonreír. Las margaritas eran muy especiales para Sandy y para mí. En nuestro primer día en la guardería, con dos años, yo cogí una margarita que había en el patio, y quise regalársela a mi madre, pero alguien golpeó mi mano con un balón y la margarita quedó destrozada. Justo cuando empezaba a ponerme a llorar, Sandy apareció con otra margarita para mí. Ninguna de las dos podíamos recordar esa historia, pero la habíamos escuchado miles de veces por boca de mi madre.

- Lo siento mucho... Mi mejor manera de arreglar las cosas es con margaritas - susurró, acariciando mi pelo.

- Es precioso, Sandy... - sonreí, sacando el collar del estuche y poniéndome de espaldas a ella para que lo atara - Pero eso no quita que siga enfadada contigo.

- Lo suponía... ¿pero estás un poco menos enfadada?

- Solo un poco.

- ¿Puedo compensártelo con una cena romántica esta noche? - sugirió.

- Uhm, no... no lo creo. Ya he quedado para cenar con Michael - inventé. Obviamente no era lo mejor decirle que tendría una cita con Harry.

- ¿Michael? - preguntó confusa - Me han contado qué ha pasado hoy en el instituto... ¿A pesar de que casi ahoga a Harry has vuelto con él?

- No he vuelto con él... salimos como amigos - murmuré, algo incómoda -. Solo quiero estar un rato con él. Es el único que realmente ha recordado mi cumpleaños, es muy lindo por su parte. Nos vemos mañana.

- ¿Mañana? - hizo un puchero.

- Con lo rápido que te duermes, seguramente cuando vuelva ya te hayas quedado dormida.

- Sí... tienes razón - afirmó, asintiendo con la cabeza.

Sandy me sonrió y cogió su ordenador, quedándose sobre su cama, mientras que yo eché un vistazo a mi armario. Busqué en éste algo apropiado para salir con Harry. Él siempre había profesado su amor por cómo le quedaban los tejanos a las chicas, así que cogí unos de color negro, con ambas rodilleras rotas, y luego me puse un top corto y ajustado de color gris. Busqué unos zapatos de tacón rojos y, cuando ya estaba vestida, fui al cuarto de baño de nuevo para maquillarme y peinarme, tardando más en esto que en decidir qué ropa usar. Cuando ya estaba saliendo del baño, lista para coger mi bolso y una chaqueta, recibí un mensaje de Harry, diciendo que ya pasaba a buscarme.

Unholy TrinityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora