→ Faith
Me dejé caer para recostar mi espalda en el respaldo del duro e incómodo asiento. Llevábamos horas de vuelo, sin embargo, al ir con mi chico, no me importaba viajar por tanto tiempo. De hecho, disfrutaba del viaje cuando iba con él. Le miré y le vi somnoliento, mirando por la pequeña ventana, mientras el sol se reflejaba en su pálida piel. Yo sonreí, pensando en lo hermoso que era. Puse mi mano sobre la suya y la acaricié levemente, pensando en lo afortunada que era de haber pasado aquellos maravillosos seis años junto a él, desde que tomé la decisión seis años atrás en nuestro último baile del instituto. Él se giró hacia mí y me dedicó una de aquellas hermosas sonrisas que me quitaban hasta el último suspiro. Yo también sonreí, sin poder evitarlo. Estaba tan perdidamente enamorada que cada día era como enamorarme de nuevo, era como si cada mañana volviera a sentir aquellas mariposas en el estómago, como si fuera el primer día una y otra vez. Y es que no era que cada día le quisiera más, no era posible quererle más; pero sí que cada día le quería mejor. Cada día era mejor persona gracias a él.— Ya estamos aterrizando – me anunció con su melódica voz.
— Por fin – sonreí, apoyándome en su torso –. Creo que si dura un poco más, se me dormirían las piernas.
— ¿Quieres que te haga un masaje?
— No, no hace falta, amor – sonreí, acariciando su brazo –. Estoy bien, pero gracias de todos modos.
— ¿No estás nerviosa? Después de tanto tiempo... ¿crees que todo irá bien?
— Hey, ya hemos hablado de esto, amor... – susurré, acariciando su mejilla – ¿Por qué iba a salir mal? Ha pasado mucho tiempo desde todo eso... estaremos bien.
— Sí, está bien... Si tú lo dices, seguro que es verdad – afirmó, con media sonrisa.
Asentí con la cabeza a la vez que las luces que indicaban que nos pusiéramos los cinturones porque ya íbamos a aterrizar se encendían, por lo que ambos nos colocamos bien sobre los asientos, oyendo como la tripulación anunciaba el aterrizaje inminente. Yo agarré con fuerza la mano de mi chico, ya que no me acostumbraba a aquello, odiaba los aterrizajes me hacían sentir completamente asustada. Pero él me reconfortó, acariciando mi brazo muy suavemente para tranquilizarme.
Para cuando quise darme cuenta, ya habíamos bajado del avión, él llevaba nuestras maletas, empujándolas sobre un carro. Yo caminaba a su lado, feliz de que me vieran junto a él. Éramos la pareja perfecta. Enganché mi brazo al suyo y él me miró, dedicándome una preciosa sonrisa. Yo también le sonreí, y besé su mejilla cortamente mientras seguíamos andando.
— Me gusta cuando llevas tacones – habló –. Me gusta que suene de esta forma cuando caminas, que vayas segura de ti misma y que la gente te mire para que vean lo bonita que eres.
— Gracias, mi amor – murmuré, sonriendo.
Durante nuestra larga relación, él había tomado mis inseguridades, una a una, y las había hecho desaparecer. Y yo me sentía tan dichosa y segura de mí misma que me sentía capaz de cualquier cosa. Así que agarré su brazo más fuerte, contenta de tenerle a mi lado.
Al salir de la zona de llegadas, yendo a la terminal, para poder salir; vi a la brillante e inconfundible larga melena de color rojo oscuro moviéndose con gracia antes de echar a correr hacia mí. Yo sonreí, soltando el brazo de mi chico, y abrí los brazos para aceptar el efusivo abrazo de Sandy. Estreché a la pelirroja entre mis brazos, desde aquel baile de graduación no la había vuelto a ver, aunque sí habíamos hablado por mensajes; sin embargo, volver a estar junto a ella me hacía sentirme cinco años más joven, como si el tiempo hubiera regresado atrás y, aunque estaba totalmente feliz con mi vida; volver a tener aquella sensación de mi adolescencia era algo maravillosa.
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Unholy Trinity
Fanfiction❝Tres rostros angelicales ocultaban a tres horribles demonios.❞ Advertencia: esta historia tiene contenido sexual gráfico, mal vocabulario, y escenas que involucran alcohol y drogas. Léela bajo tu propia responsabilidad.