Las clases pasaban con monotonía, conseguí volver a conectar y poder aprender lo que me hacía falta. Las clases con el señor Malfoy eran muy divertidas; y los entrenamientos cada vez iban a mejor.
Hoy jugaríamos un partido importante. Contra Slytherin. Y yo era titular, estaba tan nerviosa que dormí mal, sobre todo después de toda la confianza que estaba depositando James P. en mi.
Me puse la equipación y las protecciones y bajé a desayunar. Ni siquiera había alguien levantado en la sala común. Era tan temprano... pasé de subir a llamar a los chicos y me dirigí sola al gran comedor. Estaba prácticamente vacío aunque también había algunos jugadores de Slytherin desayunando. Al parecer no era yo la única nerviosa.
Me senté en mi mesa casi vacía. Había dos o tres chicos de los últimos cursos leyendo el periódico.
Cogí huevos revueltos y bacon. Me encantaba ese desayuno. Y como no, una taza de chocolate caliente. Estaba muy bueno, pero no tanto como el del abuelo.
Vi que había un periódico de El Profeta encima de la mesa, así que lo cogí y lo empecé a leer. Seguían desapareciendo personas y hablaban de los resultados de Quiddich. Me disponía a leerlos cuando alguien a mis espaldas me dirigió la palabra.
- Mucha suerte hoy, Digou.- era Scorpius, no me hacía falta girarme para saberlo.
Tantas horas pasábamos juntos cuando se escaqueaba de sus clases y yo tenía una libre que ya éramos íntimos amigos.
Me giré y lo vi a él también con la equipación de Slytherin.
- Gracias, pero os vamos a machacar.- dije sonriendo. Se sentó a mi lado.
- Eso ya veremos, tenemos un arma secreta.
- Espero que seas tu, porque de Quiddich jamás mencionaste nada.
- Eh, cierto. Lo siento mucho, pero va a ganar Slytherin.
- Por encima de mi cadáver Malfoy.- dije sonriendo y se levantó y se fue a su mesa.
De pronto los cinco chicos se sentaron a mi lado y me miraban con cara acusativa.
- Os vuelvo a repetir, que sólo somos amigos.
- Y yo que sólo mi puño se va a estampar en su cara.- dijo con el mismo tono tranquilizador Dyl.
- Se defenderme sola. Se ver un peligro de lejos. Juego al Quiddich y jamás me ha dado una bludger.
- Cómo se le ocurra...
- No lo hará, me deseaba buena suerte solamente. Exagerado.
- Ya, Ya.
- ¿Hay posibilidades de que ganeis?- dijo Teo. Entonces me fijé que llevaba la cara pintada de color escarlata y dorado, para animarnos.
- Por favor, Teo. Parece que no me conoces, yo lo doy todo, y si que podemos, y si vamos con esa mentalidad, más todavía.
- Cierto, la chica invencible.
Ya más tranquila, estuve hablando con los chicos de cómo creo que podríamos ganar, ya que estuvimos aprendiendo muchas tácticas para poder garantizarnos la victoria.
Sólo esperaba poder ganar, porque me estaba esforzando cada vez más en ser mejor.
Potter vino a por mi y nos fuimos a la salida al campo con nuestras escobas.
Cada paso que daba, mi estómago daba vueltas y vueltas. Mis nervios aumentaban.Salimos montados en las escobas.
Al principio íbamos perdiendo 60 a 20 puntos. Pero después remontamos a 100 a 60. Ya finalizando en partido, metí otro tanto pero de repente, el locutor dijo:- Scorpius Malfoy ha cogido la snitch. ¡Slytherin gana!
No me lo podía creer. Habíamos perdido. Todo porque Scorpius había cogido la maldita bola dorada. Habíamos perdido, contra el mayor enemigo de Gryffindor. Madre mía, ¿podría ponerse el día peor?
De acuerdo, jamás os hagáis esa pregunta porque siempre puede ser peor, siempre.
Antes de volver a los vestuarios me dio una bludger en el brazo, más bien en la muñeca y... como no era de esperar, me mandaron a la enfermería.
¡Qué raro! Yo en la enfermería. Madame Pomfrey me puso una venda inmovilizado la mano. Era la izquierda, sin poder escribir varias semanas. Fantástico y además tendría que aprender a usar la varita con la derecha.
Señoras y senores, el día mejoraba por momentos.
Sabía que desde que mi estómago no paraba de dar vueltas el día iba a ir mal.
Bajamos a comer, tras la visita a la enfermería y una buena ducha.
Me llené el estómago hasta reventar y me subí a la sala común. No quería hablar con nadie, no quería estar con nadie.Estaba destrozada, odiaba perder.
Menos mal que tras una siesta estaba mucho mejor. Fui al patio de Scorpius. Y como a menudo hacía, me senté en, o más bien me també, en mi banco.
Scorpius vino al rato y se tumbó a mi lado.- Siento mucho haber ganado.
- Bueno, ya va siendo hora de aprender a perder.- dije convenciendome más a mi que a él.
- Eso es muy maduro por tu parte.
- Hay que madurar. Y cuanto antes empiece mejor.
De repente, una voz detrás nuestra nos interrumpió, era Flinch:
- Señorita Digou, la directora la llama a su despacho, es urgente. Vamos.
Me levanté y fui con él al despacho, ya había ido una vez, así que, más o menos podría recordar el camino.
Subí por la extraña escalera, ya sin la compañía del celador.
Al entrar vi que también estaban mis hermanos allí. Algo grave había pasado.- Siento mucho ser yo quien os de esta horripilante noticia. Vuestros padres han sido asesinados por una orden de antiguos Aurores.
No podía ser. Mis padres. Muertos. ¿Por qué ellos?
Mis lágrimas no tardaron en brotar de mis ojos.
No pude parar de llorar en varias horas. Los ojos los tenía hinchados y me escocian.
Nos montamos en un tren directamente a Kong Cross.
Llegamos y una secretaria del Ministerio nos esperaba allí, en el andén. Nos dijo que nos quedaríamos en el Caldero Chorreante y que mañana iríamos al Ministerio a arreglar no se que cosas. Ella estaría a nuestra disposición por si necesitábamos algo.
Teníamos una habitación para los cuatro. La habitación tenía dos camas de matrimonio y una gran chimenea, con una pequeño sofá delante.Nada más dejar la improvisada maleta que me obligó a hacer McGonagall, no pude contenerme más y volví a llorar, Cara se me unió y me abrazó. Logan luego también y por último Dyl.
Acabamos los cuatro abrazados en la habitación. Durante un rato. ¿Que haremos sin ellos?¿Quien se encargaría de nosotros?¿Que pasaría con nosotros?
Dios, estamos a merced de Dios.
Nos acostamos poco después. Seguía con los ojos hinchados, sin poder dormir. Los demás pudieron dormir. No sé ni como lo consiguieron los demás.Cuando estimé que estaban dormidos me levanté y me senté frente al fuego en el pequeño sofá.
Medité durante horas, sin poder dormir. A las 4 de la mañana o así, Dyl se levantó y se tumbó conmigo en el sofá abrazandome. No dijimos nada, estábamos allí, abrazados pero se estaba mejor que sola,.por fin pude conciliar el sueño.
Lo siento muchísimo, pero, es el argumento del libro. No me mateis por favor.
Siento mucho haberlos, pues eso, asesinado de tal forma, pero es el argumento entendedme. No quiero un libro de esos en los que el único drama es saber con quien se queda la protagonista. Me parece degradante para las mujeres tal tipo de historias, porque podríamos ser fuertes, listas, inteligentes, guerras... en fin, más que un objeto.Lo dicho, siento mucho este cambio enorme en la historia, pero es necesario. Muchas gracias por leerme.
Besos de azúcar,
Andrea
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Conociendo Hogwarts
Hayran KurguEmma es una persona normal. Bueno, normal en el sentido muggle de la palabra. Ella es hija mestiza, su padre es muggle y su madre bruja. Cuando Emma cumple 11 años llega una carta a su casa, pero no una carta cualquiera, no, es una aceptación en el...