Capítulo 55. Ausentes

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Estoy ausente durante toda la comida de Navidad en casa de los abuelos, el abuelo tiene que repetirme las preguntas cuando me quedo mirándole con cara de idiota porque no me he enterado de nada de lo que ha dicho.

Estoy ausente porque no paro de pensar en Fred y el beso de anoche. Esta mañana no ha aparecido para despedirse, aunque la mitad de la familia no lo ha hecho, así que puede entrar en la normalidad. Pero sigo pensando en él y en Angelina, que puso muérdago para que nos besasemos. Por un lado es algo tenebroso y me da miedo, por otro lado me siento casi agradecida. No sabía como haber continuado la conversación y seguramente habríamos acabado más peleados el uno con el otro sino llega a ser gracias a ella. Pero seguro que escuchó lo que dijimos y ahora piensa que soy una mala chica por usar a Ben.

Tras la comida, el abuelo me lleva con él a la biblioteca mientras Cara se va con la abuela y le intenta enseñar como hacer un pastel. Es como una niña pequeña y hay que enseñarle todo de nuevo, hasta a usar el aseo, pero a Cara no le importa.

El abuelo se sienta en el sillón de delante de nuestro árbol genealógico, cruza sus piernas, suspira y me dice:

- ¿Qué te pasa pequeña? Estas como ida.

- Tengo muchos problemas por culpa del amor.- digo algo incómoda.

No sé si decírselo al abuelo será una buena idea.

- Ah, ese Weasley te tiene bajo un hechizo. El más antiguo de todos y está comenzado a despertar dentro de ti.- ¿cómo sabía él que era Fred?

Le miro casi con lágrimas en los ojos y él me dice que me siente en su regazo. Sin pensármelo lo hago y comienzo a llorar.

- No entiendo nada, abuelo.- digo ente sollozos.

- No tienes que entender nada, cielo. Tienes que seguir a tus sentidos.

- Anoche... Anoche fui a intentar arreglar las cosas con él a su habitación. Y... Y le besé bajo el muérdago, abuelo. Y se sintió bien... Y no sé porqué.

El abuelo ríe suavemente.

- Porque te gusta ese chico, corazón.

- Pero... No dijo nada, ni siquiera me lo continuó. Y esta mañana no ha venido a despedirse. No sé nada de lo que piensa tras esa conversación. Beso añadido.

- Emma, cariño. Los hombres somos unos estúpidos que nos comemos la cabeza. Seguramente ahora no sabrá ni siquiera donde está su norte. Y éstas aquí. Tú eres su norte y él es el tuyo.

- ¿Crees en el destino, abuelo?

- Sí. Creo que todo pasa por algo. Todos nos conocemos por algo, todos estamos aquí para algo. Ya sea algo apreciados por todos, como un héroe de guerra, o para hacer de la vida de tu familia una maravilla.

- ¿Crees que...?

- Tanto como yo con tu abuela. Todavía está mal. Tendremos suerte si vuelve a ser una persona con mentalidad adulta. Pero no tuve que decirle que yo era su marido. Todavía me abraza y me acaricia la cara como cuándo éramos jóvenes. Porque estamos destinados a querernos.

- Te he echado mucho de menos, abuelo.- le digo abrazándole.

- Ni la mitad que yo a vosotros, mis niños.- dijo.- Ahora arriba, vamos a buscar a Donald, venía ahora.

Me levanto y vamos juntos en busca de mi primo. Cuando bajamos la abuela mira desde el suelo, tirada, como la tarta se hace en el horno, Cara la mira emocionada. Fuera, Logan, Dyl y Donald juegan al Quiddich.

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El día dos de enero Athenea me trae una carta. Supongo que será de Teo, no para de picotear la ventana para que le abra. Fuera está todo nevado y la pobre tiene frío.

Conociendo HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora