Capitulo 26. De vuelta Hogwarts

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Las vacaciones se pasaron muy rápido, entre juegos, comidas y compañía familiar.

En poco tiempo me veía ya recogiendo las cosas, subiendonos en el coche de papá y llendo a King Cross a coger el tren.

Mamá escribió a la directora pidiéndole que nos dejara llevar nuestros teléfonos para comunicarnos con ellos por vía más rapida que carta. McGonogall aceptó, mientras que hicieramos un uso responsable de ellos. No me esperaba menos de ella.

Tardé bastante en recoger, más que nada porque el día anterior Lena, Cara y yo había revuelto todo mi armario para vestirnos. Si, Cara también. Y si, le dejé ropa.

La despedida fue muy dolorosa, despedirme siempre me dejaba huella. Por suerte, en el andén estaban los demás ya juntos hablando y pudimos entrar. Cara, como era de esperar se fue con sus amigas. No aprendería.
Nos subimos en unos de los últimos vagones. Todos juntos, mis hermanos, los gemelos, Teo y yo. Estuvimos contándonos que tal nuestras vacaciones, Teo estuvo patinando sobre hielo en el lago cercano a su casa, los gemelos en La Madriguera con los Potter y otros primos. La madriguera era la casa de sus abuelos y ellos, más bien toda la familia, la llamaba así. Mis hermanos contaron las nuestras de forma heroica cuando hablaban de las pistas de los regalos de Navidad.

- Emma, te he traído tu regalo.- me dijo Teo en cuanto mis hermanos acabaron.

Dicho eso, buscó en su bolsa y sacó una cagita cuadrada un tanto extraña y me la tendió.

La abrí y dentro había una bola de nieve con la una ciudad de Suecia.

- Es precioso, muchas gracias Teo.- le dije dándole un beso en la mejilla a lo que Dyl frunció su ceño.

El resto del viaje les enseñamos los móviles, Teo también tenía uno pero no le habían dejado traerlo sus padres. Estuvimos hablando de Wubble. Decía que él también lo había encontrado hacía poco, que le agregara. Vi fotos suyas con su hermana de esas vacaciones y decidí yo subir una con nosotros en el vagón.

- ¡Foto!- les dije y todos posaron frente al teléfono.

Salió una bonita foto a la que añadí el título de "Los Lisiados de Hogwarts".
George y Fred estaban entusiasmados con estos objetos porque en el mundo mágico no lo conocían, aunque se lo preguntarían a George padre por su cumpleaños. Su tía Hermione se lo podría traer del mundo mágico cuando visitará a sus padres.

Llegamos a Hogwarts con todavía las golosinas a medio comer, así que las guardaríamos para después de la cena.

La cena, como siempre era impresionante, jamás dejaría de sorprenderme. La cena fue animada, estuve hablando con Erika, me estaba contando sus vacaciones cuando la directora se acercó al atril del búho.

- Bienvenidos de nuevo a Hogwarts, espero que hayáis disfrutado de las vacaciones. He de interrumpidos vuestra cena durante unos instantes para presentaros al nuevo profesor de Defensa contra las Artes oscuras. Un gran aplauso de bienvenida al señor Draco Malfoy.

No. Puede. Ser. Draco, el padre de Scorpius. ¿Realemente era cierto? Pobrecito ahora estaría mucho más vigilado. Institivamente le busqué con la mirada, pero él tenía la cabeza gacha.

Tras esas palabras de la directora, volvimos a lo nuestro, Erika seguía contándome sus vacaciones pero no le eché mucha cuenta, a ser sinceros. Le estaba dando vueltas a la caja de mi abuelo. Si, la había traído conmigo y si, pensaba investigar el porqué mi abuelo me regaló parte de él a mi, si era una de sus nietas que menos conocía, con la que menos había vivido experiencias.

Acabamos de cenar y subimos a nuestra Torre guiados por los George, echaría de menos a la mitad de Ravenclaw. Si, a Fred también.

Subí a mi habitación y me puse mi pijama. Durante las vacaciones le había cogido el gusto a andar con el pijama casi todo el día y ya a estas horas me faltaba.

Cuando bajé a la sala común, como hablamos en el tren nos sentamos en nuestro sofá a comernos las golosinas que nos quedaban.

Cuando todos se fueron Dyl cogió su móvil y envió un mensaje de texto. No más de diez minutos después estaban allí Logan y Fred.

- No sabía que la gente de otras casa pudieran entrar en las demás.- dije sorprendida.

- Nosotros tampoco, pero por probar no perdemos nada. Es más, adquirimos sabiduría.-me dijo Fred.

- Estás muy filosófico.- le dije riéndome.

- Por cierto, tenemos que hablar.- odio eterno a esa frase. Le había cogido mucho asco en los últimos meses y ya sabía que esa frase no solía venir acompañada de buenas noticias.

Nos alejamos con discreción de los demás. Había que tener mucho cuidado con Dyl, ya sabemos como se pone cuando es una hermano sobreprotector.

- He visto, bueno, todos hemos visto que Teo te ha dado un regalo.-dije al principio tímidamente.

- Ajam.-dije esperando a que continuar con los brazos cruzados en el pecho.

- Y eso me ha recordado que yo también tengo uno para ti.- y eso me sorprendió.

Se sacó debajo de la chaqueta que llevaba un paquete con un envoltorio marrón.

- Ya sé que a lo mejor no te va a gustar tanto como lo de Teo. Él es tu mejor amigo y te conoce mejor que yo, pero espero que te guste.

Rasgué el papel en cuanto acabó de hablar. Era un jersey de lana, hecho a mano, de color azul eléctrico y con una E muy grande de color ocre en el centro. Olía a Fred.

Espera, retrocede. ¿Cómo se yo que huele a Fred? Mal Emma, horriblemente mal.

- Es muy bonito, muchas gracias.- dije, y, al igual que con Teo, le di un beso en la mejilla y noté que se sorprendió a la misma vez que se sonrrojó.

- Realmente, he de decirte que no tenía pensado en regalarte nada, pero... A ver cómo lo explicó para que no suene muy mal... Mi abuela Molly nos hace uno a cada uno de mis primos con su inicial. Este año, con el mío se equivocó y ver la E me recordó a ti así que en vez de decirle a mi abuela que no importará, le dije que me encantaba y que podría usarlo otra persona.

Vaya, la abuela tendría que hartarse de coser. Si, ese fue mi primer pensamiento, que después derivó en el que había sido bonito que pensará en mi.

Menos mal que cada vez me iba viendo más como una amiga, eso me relataba, menos problemas.

Volvimos tal y como nos fuimos de allí, sigilosamente, para que los demás no notaran nuestra falta.

- En serio, Draco, nuestro profesor. Mi padre tuvo mucho contra él, pero dice que ahora no tiene nada en su contra, que hicieron las paces hace tiempo, antes de que estuviéramos en el mundo.- estaba diciendo George cuando llegamos.

- Yo tampoco me fío mucho, tiene cara de amargado, debió pasar verdaderas penurias en aquellos tiempos del Señor Oscuro.- lo apoyó Fred para que se viera que él seguía allí.

- A mi tampoco, pero su hijo si que parece simpático, es muy buena persona.- dije opinado igual que los pelirrojos.

- ¿Y tu cómo sabes eso?- dijo Dyl.

- Porque he hablado con él  var...

- ¿Y cuando pensabas decírmelo?- dije el con cara de enfado. He aquí el Dyl protector. Me di un golpe mental por haber dicho tal, pero ahora no me iba a dejar ganar.

- Nunca quizás, no es relevante.- le dije restandole importancia.

- Lo dices como sino fuera malo.

- ¿Acaso ves a Scorpius como una amenaza?- dije sorprendida, no parecía un peligro.

-Todos los chicos que se acercan a ti son peligro.- dijo Fred apoyando a Dyl, a lo que a modo de contesta le mandé una mirada asesina.

- Dejemos el tema.- dijo Teo, menos mal, alguien como yo.- Yo creo que estáis prejuzgando al señor Malfoy.

Entre discusiones y opiniones se nos hizo tarde y mañana había clase. A primera hora, defensa.

Aquí acaba este largo capítulo. Como siempre, espero que  os haya gustado y si es así, por favor, votad.
Daros las gracias por leerme, ya llevo  600 y pico vistos y estoy muy orgullosa, eso me inspira a seguir escribiendo.

Besos de azúcar,
Andrea

Conociendo HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora