Capitulo 2

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Subimos sin decir nada a hacer las maletas, unas graaaandes maletas con mucha ropa de invierno mientras mamá buscaba vuelos y papá hacía las maletas de ambos.

Vi a mi hermano gemelo intentando embutir su ropa en la maleta pero no podía y reí. Mala mi suerte que me escuchó.

- Si te hace tanta gracia, ¿por qué no me ayudas?

- De acuerdo, te ayudaré, pero promete que me esperarás para bajar.

- Prometido.

Dicho esto abrí su maleta, madre mía, que gran desorden, normal que no cerrara, estaba todo metido al tuntún.

Me dedique a doblarla y meterla y misteriosamente cupo toda, ni yo misma estaba convencida de ello.

- No estoy seguro que ir a ese colegio.- dijo de repente mi hermano.

- ¿Por qué no?

- Porque, no vendríamos a casa y no podré ver a mis amigos y tampoco a Blanche.. Mierda- dijo tapándose la boca a la vez que yo abría los ojos.

- Con que Blanche, ¿eh?- le solté- Créeme, ella te echará más de menos a ti que tú a ella. Es muy fea y desagradable, no se sí quiera cómo...

- Déjalo, ni si quiera yo lo sé.

Dicho esto, cogimos las maletas y bajamos. Ya estaban todos abajo cuando bajamos y eso me hizo pensar en que éramos los últimos. Mamá apagó las luces:

- Decid adiós a vuestro hogar chicos, no lo veréis hasta Navidad.

Cierto, ese estúpido colegio era internado, tendríamos que pasar allí todo el año. Maldita sea.

Salí de casa y monté en el coche mientras papá metía las maletas y mamá daba el último repaso a la casa.

Mientras nos íbamos miré con tristeza la casa. Echaría de menos volver todos los días del colegio con los vecinos, esos días en los que salíamos a hacer muñecos de nieve cuando nevaba... Ya nada de eso ocurrirá aquí.

Tras hora y media de coche, llegamos al aeropuerto. Papá y mamá se ocuparon de las maletas mientras que Logan y yo vigilábamos que Cara y Dylan no se fueran lejos ni se despistaran, problemas de ser los mayores. A veces me pregunto cómo papá y mamá no se tiraban de los pelos, tuvieron dos pares de gemelos en un años, es decir, Logan y yo somos de enero y Cara y Dylan de octubre. Demasiados niños, demasiados pañales, demasiados biberones... Pero les salió bien. Fueron muy valientes.

Al subir al avión recordé que nunca había subido a uno y la barriga empezó a darme vueltas y las palmas de las manos a sudarme. Entonces recordé lo que dijo mamá sobre el tiempo, debía tranquilizarme para que pudiéramos volar con tranquilidad.

Me senté al lado de Dylan, sin duda, mi hermano favorito. Y charlamos, mucho, tanto que se me olvidó que estábamos volando hasta que él dijo:

- Miedo superado.

Llegamos a Inglaterra y nos esperaban una pareja mayor con nuestro apellido escrito en un cartel. Sin duda eran muy graciosos y detallistas.

- Bienvenidos a Inglaterra, muchachos, soy Robert, pero, todos mis nietos me llaman abuelo.- dijo el abuelo guiñando os un ojo. Y ya me caía bien. Pero sin darme cuenta de que todo eso lo dijo en inglés.

Dios, ya era bilingüe, claro que lo era. Pero me deba mucha vergüenza y sólo pensar que las clases serían en inglés...

Dimos dos besos a los abuelos y nos dirigimos a una gran furgoneta. Montamos las cosas y nos fuimos, espero, dirección a su casa.

Cuando dije casa no me esperaba que fuera tan grande, era más bien, como una mansión pequeña.

Tendría al menos ocho habitaciones, un enorme y hermoso salón, una gran biblioteca, una cocina, tres baños y sótano. Menuda casa la de los abuelos.

- Las chicas podéis dormir en la habitación de la buhardilla, los chicos en la que queráis y Claire, vosotros podéis usar la tuya. Tink y Ruber han estado arreglándola pero no han movido nada de donde estaba.

- ¿Quiénes son Tink y Ruber?- me aventuré a preguntar.

- Ellos son nuestros elfos domésticos, trabajan aquí a nuestros servicio, como lo hicieron para el resto de nuestra familia desde hace décadas.

- ¿Qué son elfos domésticos?- dije ya con más curiosidad a cerca de este mundo.

- Por las barbas de Merlín, cómo se nota que sois niños criados en el mundo muggle.

Dicho esto, mi abuela chasqueó sus dedos y dos elfos, realmente elfos como los de los cuentos de hadas, con sus orejas puntiagudas pero muy pequeños y vestidos de harapos, vinieron hasta nosotros como por arte de magia. ¿Pero qué digo? Claro que es magia.

- Buenas tardes mis señores, déjennos llevarles las maletas a sus habitaciones.- dijeron al unísono.

Conociendo HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora