Capítulo 64. ¡Sigue A Esa Lechuza!

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Miedo.

Ese sentimiento que nos hace humanos.

Ese sentimiento que nos mantiene vivos.

Así me sentía yo antes de que dieran el pistoletazo de salida. Mientras miraba el cielo, había de todo, incluso animales que no había estudiado. Me arrepiento de no haber estudiado más CCM.

- ¿En sus puestos?

Subí a mi escoba, miré a un lado, ahí estaba Eric, que me sonrió para tranquilizarme. Si yo estaba nerviosa no quiero pensar ni cómo estaría él.

Mi lechuza era la marrón oscura, la del sobre rojo, por Hogwarts.

Había como veinte lechuzas marrones.

Sonó un disparo y salí escopetada hacia mi objetivo.

Éstas lechuzas habrán sido entrenadas como mínimo, porque perecen snitches, cambian cada dos por tres de dirección y no se cansan de volar.

La mía se estaría cansando de verdad, porque yo no le daba descanso. En un momento tuve que esquivar a un animal que no había visto en la vida y la perdí de vista. Me quedé allí suspendida por un momento y se me desentaponaton los oídos, podía escuchar la gente vitoreando mi nombre. Sonreí aunque nadie podía verme y volví a volar en busca de mi lechuza marrón con el sobre rojo.

La encontré y cuando la alcancé sentí como si no pudiera moverme. Sólo mis ojos, miré mientras caía de la escoba. Escuché como Minerva McGonagall me detenía antes de caer al suelo. La vi acercase a mi y sonreír cuando vio el sobre en mis manos.

- Primer puesto, Emma Weasley-Digou.- oí que decía alguien.

Un grupo de personas me trasladó hasta la enfermería, y me parecía raro que no nos hubiéramos encontrado con ninguna trampa, pero podía decir qué fue suerte.

Oí como Cara exigía que la dejasen pasar sin éxito y como Logan no paraba de decirme que lo había hecho fantástico. A Dylan no lo oía pero estoy segura que quien me dio la mano fue él.

- Menos mal que nos avisaron que traerían a esos bestiajos.- dijo él enfermero.- Teníamos preparado el antídoto desde hacía varios meses, porque se nos habló de las intenciones de Beauxbatons.

Se quedaron callados.

- Pero ahora tienen que irse, le daré el antídoto. En un par de días estará con vosotros.

- Custodiaré tu sobre, Emma. Descansa, lo has hecho muy bien, pequeña.- me dijo McGonagall después de que se fueran mis hermanos y ella se fue también.

Tras el antídoto me quedé dormida, no sé si es por efecto del antídoto o porque llevaba días sin dormir, pero la verdad es que me venía muy pero que muy bien.

Cuando desperté ya me podía mover un poco pero cualquier movimiento me costaba el triple de lo normal.

No había nadie en la sala, además del enfermero, lo que me disgustó un poco.

- Vamos a ver, Emma, dime, ¿puedes hablar?

Lo intenté de verdad, pero no fui capaz, así que negué lentamente con la cabeza.

- De acuerdo, en unas horas te tienes que sentir bien.

Quería preguntarle cuánto había dormido o qué día era, porque me sentía con tanta energía como para jugar dos partidos.

Como no podía hablar y moverme me cansaba me dediqué a pensar.

No sabía cómo habían quedado Lise o Eric y eso era un problema, porque no sabía nada de lo que habían hecho.

Muy inteligente por mi parte, sí señor.

Por suerte, Longbottom se presentó en la enfermería y al verme despierta sonrió.

- ¿Molesta moverse, verdad?- yo asentí costosamente.- Yo también fui petrificado una vez, en mi primer año... Qué tiempos aquellos.

Miró a la nada como si recordase algo... Estaba loco.

- Bueno, llevas dos días aquí, en unas horas ya estarás bien y podremos ir a abrir el sobre.- hizo una pausa.- Supongo que querrás saber cómo acabaron Eric y Lisebeth.- le miré esperando que me lo dijera.- Eric quedó en segundo lugar, su lechuza se posó por un momento en el suelo y él se lanzó encima de ella. Lisebeth fue la última, cuando encontró a su lechuza no tenía el sobre así que tuvo que buscarlo por todo el suelo y al final lo encontró. Estaba muy triste. Es la primera vez que veo a esa chica triste.

Yo también estaba bastante sorprendida. Es decir, su estado de ánimo normal es el enfado.

Longbottom se fue y me volví a quedar sola.

En qué momento se me ocurriría... Ponerme a pensar. Porque me puse a recordar la prueba y me acuerdo a que no vi a Fred...

Joder, otra vez.

Un par de horas más tarde, como dijo el enfermero, ya no me costaba moverme como cuando desperté. Ya podía hablar.

- Bien, ya te pueda dar el alta.- dijo él sonriendo.- Pondré en mi currículo que he tratado a un campeón del torneo.- sonreí.

Salí de allí y fuera ya me esperaban Teo, Rox y George. Me dieron  un fuerte abrazo.

- Dios, cuando caíste iba a ir a cogerte. Pero McGonagall se me adelantó.- me dijo Teo y yo reí.

- ¿Sabes ya lo que hay en el sobre?- preguntó George.

- Que va.

- Lise y Eric no quieren decir nada a nadie.- me dijo Rox.- Eso es muy pero que muy raro.

- Pues va siendo hora de averiguarlo.- dije saliendo en busca de McGonagall, pero recordé que no sabía dónde estaba.- ¿Dónde...?- pregunté.

Ellos me señalaron que les siguiera.

Tras escapar de una roca que casi nos aplasta llegamos a un despacho, donde estaban McGonagall y Longbottom.

- Qué bien que ya estés bien.- dijo Longbottom y me abrazó.

Se estaba convirtiendo en costumbre que hiciera eso. McGonagall le miró confusa pero luego se encogió de hombros antes de carraspear.

- Vamos a abrir el sobre, ¿no?- dije yo y McGonagall me lo tendió.

El sobre no era un sobre.

Vale, ya sé que sonará confuso, pero dejad que me explique.

Las lechuzas no pueden llevar mucho peso, y menos si se les persigue, así que, hicieron un hechizo en los sobres con el cual se ampliaba la capacidad del sobre y lo que obtuve de él era una máquina muy rara de bronce. Pesaba más de lo que parecía, porque cabía en mi mano sin dificultad. ¿Qué narices sería eso?

Intenté accionar algún mecanismo para abrirlo, pero no fui capaz. McGonagall y Longbottom se miraron, ellos tampoco sabían que era eso.

Me giré a mis amigos. Todos miraban aquel artilugio con curiosidad.

- ¿Queréis probar?

Rox fue la primera en cogerlo y en comenzar a girar tubos y palanquitas. Nada. Teo se dedicó a observar, supongo que para averiguar qué narices era. George sólo miró a Rox y Teo trabajar y me miró encogiéndose de hombros.

Quitando esto, no iba tan mal, es decir, de momento iba primera en el torneo.

Besos de azúcar,

Andrea 💞

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