Capítulo 30. La nueva familia

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Bajamos con Ron y Hermione al despacho que nos indicó el hombre gordo.

Mis hermanos no estaban tan callados desde que nos dijeron que los abuelos, por parte de padre, habían fallecido ya de viejitos. Y eso fue cuando teníamos 6 años.

La señora Weasley llamó a la puerta y tras un "adelante" nos metimos allí.

- Hola, Hermione. Dime, ¿que sucede?-dijo una mujer de más o menos su misma edad, con la cual parecía tener una amistad.

- Ron y yo, venimos a adoptar a los hijos de Claire.

- Oh Dios, ¿se confirmó lo de Claire?

- Si, ya si quieres, luego te doy más detalles, hay ropa tendida, querida.- dijo Hermione, claramente intentando no entrar en los detalles de la muerte de nuestros padres todavía.

- De acuerdo.-dijo sentándose.- ¿vais a adoptar a los cuatro?- y ellos asistieron.- ¿además de los dos que ya tenéis?- y volvieron a asentir.- ¡Que valientes!¡Es admirable!

- Realmente, le debemos mucho a Claire, así que, hemos decidido adaptarlos en nuestra familia.- intervino Ronald.

- De acuerdo, es bastante papeleo, porque son cuatro niños. Pediré que me manden sus partidas de nacimiento y todos sus datos para ir acelerando esto.

- Mucho mejor, gracias.- dijo Hermione.

Mientras esos papeles llegaban, Ron y Hermione estaban firmando los papeles sin los datos y otros papeles más. Pero acabaron pronto y los papeles seguían sin llegar.

- Entonces, ¿quién de vosotros es el mayor?- dijo la mujer enarbolando conversación con nosotros como si se acaba de acordar de que estábamos allí. Sentí un nudo en la garganta, pero inmediatamente mis hermanos me señalaron a mi.

- Yo.- dije después levantando mi mano.

- ¡Vaya, eres muy guapa!- me dijo a lo que sonreí.

- Yo soy la mayor, Logan.-dije señalandole.- es el segundo, Dyl el tercero y Cara la pequeña.

La mujer asintió con una gran sonrisa en la cara, no se si era por lástima o si la estaba forzando.

- Pareces no tener problemas con el idioma a pesar de que seas de nacionalidad francesa.- dijo la mujer.

- Mi madre nos enseñó el idioma, tenemos algunos fallos en la escritura, pero creo que a la hora de hablar nos manejamos muy bien.

Menos mal que alguien por fin llamó a la puerta porque esta mujer me ponía nerviosa. Entró un hombre joven, no más de veinticinco años, con unas carpetas con nuestros nombres y se los dejó a la mujer en la mesa.

- De acuerdo, acabemos cuanto antes. Relleno estos datos, y según la ley, que dice que sois aptos para adoptarla, serán oficialmente vuestros hijos. Y, obviamente, ya no constatan en el registro como Digou, sino como Weasley.

En eso no había caído yo, en tener que deshacerme de una parte de mi, de mi pasado, y de mis padres. Algo que me gustaba. Además de alejarnos de la cultura gala y de nuestra familia muggle que hacía más de cinco meses que no veíamos. Tampoco es que les viéramos a menudo, pero ya no les vería nunca jamás como una de ellos.

Salimos del despacho ya perteneciendo a otra familia. Familia. Otra cosa en lo que no había pensado. En que George y Fred ahora serían más que nuestros amigos, serían nuestros primos, que los vería en vacaciones y que además de ellos tendría a muchos primos más. Por ejemplo, los Potter. Ahora James sería algo más que mi compañero de casa y que mi capitán de equipo. Conocería a la leyenda viva del único ser que ha sobrevivido a la maldición mortal, dos veces, y además derrotó al Señor Tenebroso.

Muchas ideas venían a mi cabeza pero conseguí concentrarme en una sola. ¿A dónde iríamos ahora?

- Hermione, disculpa.- le dije porque no sabía cómo llamarle.- ¿A dónde nos dirigimos?

- Tu eres Emma, ¿no? Vale, Emma, vamos al recoger vuestras cosas y os llevaremos a casa. Mañana por la mañana volvereis a Hogwarts en tren desde King Cross.

- Vale.- fue lo único que pude decir.

Seguimos andando hacia el Caldero y mientras nos iban preguntando cosas sobre nosotros: hobbies, comidas, amigos, casa en la que estábamos y muchas cosas ya en la que dejé de atender. Esto se veía muy raro, así que dejé que mis hermanos hablarán durante un rato, yo ya me había lucido en el Ministerio.

- Emma, ese jersey me recuerda a los que mi madre hace.- dijo Ron.

Vaya, muy observador. ¿Y ahora que le decía?¿Me lo ha dado tu sobrino que está colado por mi? Madre mía.

- Me lo ha dado Fred.- dije ya sin pensar y su cara pasó de amabilidad a asombro.

- ¡Que simpático mi sobrino!- dijo Ronald.

Entre tanto llegamos al Caldero Chorreante. Subimos a por las cosas que teníamos en la habitación. Está vez no íbamos a ir a su casa andando. Si, su casa, todavía no era mi casa y mucho menos, mi hogar.

Para viajar allí, Hermione nos dijo que usariamos polvos flu, los mismos de los que nos habló Eli.

Primero fue Ron, se metió en una de las enormes chimeneas que había, fíjate si eran enormes que cabía el entero dentro; cogió un puñado de polvos que le ofreció Hermione y pronunció la dirección de la casa.
Luego Hermione nos fue metiendo uno a uno con nuestras maletas allí y nos dio polvos tras comprobar que habíamos aprendido bien la dirección. Yo fui la última, por lo cual, pude viajar con ella.

Nada más decir el nombre lanzando los polvos al "suelo" de la chimenea, un fuego verde nos envolvió. Aparecimos tiradas en el suelo de un gran salón con suelo de madera de arce con resina.

La habitación era amplia y comprendía tanto el salón, como el comedor. Era más grande que el de nuestra casa. Las paredes estaban decoradas con papel pintado a rayas con dos tonos de gris. En una parte del salón encontrábamos una cristalera con copas, vasos y platos; una mesa de cristal rectangular muy larga con cuatro sillas de madera con el tapizado del gris claro de la pared. En el otro lado, había dos sillones, uno de orejeras y el otro rectangular y un gran sofá de tres plazas de color beige los tes delante de una gran biblioteca en portada en la pared llena en su totalidad.

Ron me ayudó a levantarme y luego hizo lo mismo con Hermione, que al levantarse.se sacudió todo lo que pudo, pero si yo tenía el mismo aspecto, creo que yo también necesitaría una ducha.

Seguí observando la sala desde mi nueva perspectiva y pude ver al lado de la puerta de la estancia una mesita con muchas fotos familiares. Hermione con su hijo de bebé, Ron columpiando al mismo niño más mayor en columpio, Hermione enseñado a andar a una niña pelirroja...

En mi casa teníamos fotos así, y, he de decirlo, me entró mucha morriña.

- ¡Bienvenidos a casa!- dijo Ron.

Giro de los acontecimientos, ahora son Weasleys, chan chan.

Debéis admitir que últimamente os estoy sorprendiendo mucho y es que hora, en época de exámenes, cuando tengo menos tiempo, mi extraordinaria mente se inspira.

Espero que os haya gustado el capítulo y gracias por hacer crecer esta historia.

Besos de azúcar,
Andrea

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