Capítulo 32. Vuelta a la rutina.

91 12 1
                                    

Me fui a la cama temprano, sin despedirme de nadie, no esta de humor. Además quería aprender, las clases del señor Malfoy pasaron de parecerme divertidas a infantiles, y las de Historia interesante.

No sé qué me estaba pasando, ¿historia interesante? Si me llego a oír hace una semana me partiría de risa.

En menos de cinco días gané setenta puntos para mi casa. Me sentía bien, eso de que te den puntos se siente bien.
Respecto a los amigos... bueno, los he ido dejando un poco bastante mucho de lado, ya que el único que no es familia del grupo es Teo y se me hace incómodo. Tampoco paso tiempo ya con Scorpius, sino que aprovecho el tiempo para ir a estudiar. Sólo interactuo más con mi primo James, porque él es el capitán, sino casi nulo también. Con Cara ya no me sentaba en Historia, me distraía, así que me sentaba delante, sin importarme lo más mínimo quien fuera mi compañero o compañera.

Lo único bueno que saco de todo esto es no tener los ojos de Dyl en busca de su próxima presa, que Fred ya no podría intentar nada conmigo porque legalmente somos primos.

Lo malo, todavía no conocía a Hugo, mi nuevo hermano, y eso que también era Gryffindor. Rose, la niña, todavía no tenía edad para entrar en Hogwarts y según me dijo Hermione estaba en casa de sus padres para que no le pasará nada. Y para ponerlo peor, cada día me parecía más a Isa.

Un domingo como otro cualquiera fui a la lechucería, a ver si había correo. No sé por que lo seguía haciendo si las gente que me solía escribir o estaba muerta o de prisioneros y torturados dónde sólo Dios sabe. Creo que era porque me consolaba, me hacía mantener la esperanza de que si escapaban o realmente no murieron, pudieran intentar contactar conmigo.
Pues bueno, me dirigí a allí, temprano, como solía hacer las cosas últimamente y fui a ver a Athenea. Como cabía esperar, no había nada. Saqué mi móvil y me puse a ver Wubble. Últimamente muchos chicos del colegio se había puesto en contacto conmigo añadiéndome en Wubble y yo, como persona antisocial en la que me estaba convirtiendo pues sólo veía y leía sus cosas. Vamos, lo que se suele decir cotilla. No subía nada desde aquella foto en el tren con los lisiados, en verdad echaba de menos sus peleas infantiloides, sus juegos, sus preocupaciones, sus voces... Les echaba de menos.

Decidí ir a verlos tras esta semana tan exhaustiva y bajé por la pequeña escalerilla que llegaba a mi lechuza.
Ya dispuesta a salir de lechucería y con los ojos puestos en el teléfono móvil, me coloqué con alguien. ¡Qué raro!

- Lo siento, no miraba por donde iba.- dije sin levantar los ojos de la pantalla y rodeando al bulto cuando este me agarró del codo para frenarme.

- Aislarse no es lo mejor a la hora de afrontar un problema.- dijo un chico.

Yo y mi manía de chocar con chicos a las salidas de los sitios.

- No me aislo...-empecé a decir, pero me vi interrumpida.

- ¿Entonces que te he hecho para que ya no nos veamos como antes?- entonces reconocí la voz y alcé la vista.

- Cuando alguien sufre una experiencia traumática se encierra en algo, en mi caso en los estudios y en el equipo, por eso no nos vemos.- dije mirando a los ojos a Scorpius. Me sentía raro saber que éramos igual de altos, normalmente los chicos crecen más rápidos que las chicas.

- Tienes que tener un tiempo de relax. Sino un día vas a explotar.

- Lo tengo, se llama dormir, y lo hago todos los dias.

- Eso no cuenta, Em. Necesitas soltarte, volver a ser tú.

-Sigo siendo la misma persona.

- No,no.- dijo riendo.- la Emma que yo conozco no se deja ganar por nada, y a ti la depresión te ha ganado.

Y dicho esto siguió su camino hacia la lechucería, resplandeciente, con su bufanda al viento. ¿Cómo alguien de tan corta edad podía ser tan sabio?

Bajé con lentitud, meditando esas palabras. Y lo peor de todo fue darme cuenta de que llevaba razón. Me estaba dejando arrastrar, me estaban ganando y Emma Digou, perdón, Weasley, JAMÁS SE RINDE.

Caminé rápida, quería ver a los chicos, no dejaría que esta depresión me ganara, oh, no, a mi no.

Estaban en el gran comedor, desayunando.

- Buenos días por la mañana lisiados.-saludé feliz sentándome.

- Dichosos los ojos, pensé que nuestra líder nos dejaba.-dijo Teo.

- Yo jamás deserto.- y lo dije más a mi misma que a él.

- ¿Que has estado haciendo? A penas se te ve el pelo.-preguntó George.

- Eso, ¿no te estarás viendo con algún niño no?- preguntó Dyl.

- No, Dylan, estaba estudiando mucho, yo sola, sin niños ni niñas.

- Así me gusta.- me dijo alborotado mi pelo.

- Ya, Ya. Si por tu culpa moriré sola.-reproché.

- Que va, yo estaré a tu lado.- me dijo Dylan.

- No lo arreglas.- y nos reímos.

Pasamos el día tumbados bajo nuestro árbol, si ya era nuestro, lo habíamos bautizado como nuestro.

Estaba casi dormida cuando:

- Mañana es mi cumpleaños. Ya con todo esto casi no me acordaba.

- Ostras es verdad, mañana seremos los lisiados viejos, Logan.- y se rió.

-Entonces hay que prepararos una sorpresa.-dijo Teo.

- Si lo dices ya no es sorpresa, Teo.-dijo Fred. Cierto.

- Bueno, pues olvidad lo que he dicho.

- Tarde.-dije yo.

Ya después de comer nos quedamos en la sala común estudiando, aunque sin Logan y Fred, que se fueron a su casa a estudiar.

Estudiamos hasta la hora de merendar, pero no teníamos merienda así que fuimos al árbol y allí estaban también Logan y Fred. Por lo visto habían pasado de estudiar y se tomaron una siesta bajo el árbol. Nos sentamos junto a ellos y le pregunté a Teo.

- Venga, dinos, ¿has pensado ya en la sorpresa?

- ¿Qué sorpresa?- dijo el intentando despistarnos sin mucho éxito.

- La que has dicho esta mañana, Teo, estás fatal.- dijo Logan.

- Joe, verás tú. La próxima no hablo. Si es una sorpresa, pues ya que os lo he dicho, no os voy a decir lo que es.

Taran, taran. Mañana el cumple de Emma. ¿Que será la sorpresa de Teo?

Besos de azúcar,
Andrea

Conociendo HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora