Capitulo 38. Un 14 de febrero

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No sabía si quería o no quería, si debía o no debía, el caso es que Erika me arrastró tras la entrevista exprés del periodista escolar al despacho de la profesora que me dijo la otra noche.

Me senté en la silla bajo la atenta mirada de una mujer con una gafas más gordas que el culo de una botella. Estaba ya un poco mayor, parecía que desvariaba a cada dos palabras que decía, pero Erika me ha dicho que era así desde que sus padres venían a Hogwarts. Por fin pudo centrar su atención en nosotras y se sentó tras su despacho con las manos entrelazadas dispuesta a escucharnos.

-  ¿En qué puedo ayudaros, preciosas?- dijo con un tono alegre.

- Queremos saber el significado de un sueño.- habló Erika por mi.

- De acuerdo, relatadme lo mejor que podáis.

Le conté con todo los lujos de detalles que recordaba. Todavía tenía aquello grabado en mi mente. Y Erika explicó mi ataque de ansiedad.

- Está clarísimo muchacha.- dijo como sí ya supiéramos la respuesta, pero ninguna de las dos la sabíamos.- Tu mente,- dijo tratando de explicarnos al ver que no entendimos.- esta indecisa, por el amor. Estas enamorada, pero no sabes sí es del Rubio o del Moreno. Y te agobia no decidirte y que nadie te quiera perdiendo tu oportunidad.

No podía creer que me destrozara mi vida con aquellas palabras.

Sin poder evitarlo, me levanté y me fui corriendo dejando tirada allí a Erika. Corrí mucho, desde la torre de astronomía hasta la lechucería, le haría una visita a Athenea.

Llegué exhausta, y con el frío me habían llorado los ojos y la nariz la tenía roja, fría y moqueaba.

Subí los últimos escalones ya a ritmo de una persona normal, no como antes que parecía poseída por algún alma oscura.

Athenea estaba allí, ausente a todo.
Que fácil sería ser una lechuza, pensé mientras la acariciaba, envías cartas y estas con tu amo, llegado un momento de tu vida te apareas, pones huevos, tienes crías y sin tener que haber amor.

El amor es un sentimiento odioso que odio tanto. No sólo el amor de pareja, sino el fraternal, ejem, Cara, ejem; el filial, porque ya de eso no tengo y lo extraño y odio tener esa sensación...
E incluso el de amistad, nunca se pude tener una fuerte amistad normal sin que haya algo que te lo impida y yo no soy capaz de superar ese tipo de obstáculos. Y menos si es con un chico, visto lo visto.

Menos mal que no le dije los nombres, se habría aterrorizado al ver que podría gustarme mi primo o el hijo de un compañero.

¿Cómo sabría yo de quien estoy enamorada? ¿Cómo se que no es un enamoramiento como otro cualquiera? ¿Y si me equivoco? ¿Y si no escojo bien? No hay nada que me haga volver atrás.

Mientras seguía con mis caricias en mi mundo, entró por la puerta Teo. Me vió y subió.

- Dicen que te has pegado una carrerita.- me dijo sentándose a mi lado.

Dejé a Athenea con lágrimas a punto de brotar de mis ojos y le abracé.

Con todo mi orgullo y fuerza de voluntad intenté que las lágrimas no resbalarán por mis mejillas rosadas por el frío, pero todo esfuerzo fue en vano.

- Venga, no ha podido ser tan malo.- me dijo intentando tranquilizarme.

Pero ya era hora de que Teo cumpliera con su función de mejor amigo y me escuchara y me diera su opinión.

No me interrumpió en todo lo que duró mi relato, contándole todos los momentos en los que ellos habían hecho acelerar peligrosamente mis pulsaciones.

Conociendo HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora