Capítulo 59. Dumstrang

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Subimos por segunda vez en el mes, en el expreso de Hogwarts. Pero esta vez era un viaje extraordinario, que tenía a todos los que íbamos entusiasmados.

Nos subimos en el compartimento los gemelos, mis hermanos, Cara, Teo y yo. A pesar de lo de Fred, le dije a Teo que no se preocupara, tenía un plan para que dejase de ser así, además seguro que se soltaría más allí.

El viaje lo pasamos inmejorable, y yo no paraba de mirar por la ventana alucinada con lo rápido que cambiaban los paisajes. Los gemelos tenían muchos juegos y golosinas, por lo que fue bien. Para mi sorpresa, Cara estuvo normal, es decir, su nueva normal, como antes, con George, como si nada hubiera pasado y eso a él le ponía feliz.

Estábamos acabando la partida de naipes cuando el tren frenó en seco y se nos desmoronó entero, pero lo dejamos allí tirado y salimos corriendo a fuera.

Una fuerte corriente de aire nos despeinó al salir. Pero valió la pena. ¿Alguna vez habéis visto un episodio de Scooby Doo en el que van a un castillo tenebroso? Pues Dumstrang era igual, hasta con el mal tiempo cubriendo sus torres más altas. Sólo que estaba en el valle, entre dos montañas, para que los muggle perdieran el interés por ir a explorar.

- Ya lo hemos ensayado.- dijo McGonagall cuando todos bajamos y mientras Longbottom, que había venido a ayudar a la directora, nos alisaba los uniformes para entrar de forma impecable.- Cantaremos el himno de la escuela. La elite voladora.- sí, obvio que pertenecía a esa elite.- Realiza sus acrobacias.- las que estuvimos ensayando desde que volvimos.- ya que el recibimiento se efectuará en el campo de Quiddich.

- Vamos a ello, chicos. Demostremos cuál es la mejor escuela.- dijo alguien.

Caminaban casi al unísono y de forma ordenada por casas hacia el enorme campo de Quiddich, mientras yo y los demás jugadores del año pasado de todos los equipos, Dyl, Fred y George incluidos, íbamos mirando que nadie quedase atrás y esperando la señal.

Shane era el encargado de hacer saber a todos que nos estaban esperando y que era nuestro momento para entrar a por todas.

Se escuchó una gran ovación en el campo. Me apuesto lo que sea a que eran los de Beauxbatons. Menos mal que ya estábamos esperando en la puerta para entrar en el momento preciso.

Cuando Shane vio la señal hizo sonar el cuerno que le había dado McGonagall y entramos en el campo. Nosotros por aire.

Comenzamos haciendo una gran formación, dibujando el escudo de Hogwarts en el cielo y luego seguimos con las acrobacias. La que más miedo me daba era tener que cambiar de escoba en el aire, pero afortunadamente salió bien. Y por último dejamos caer confeti e hicimos fuegos artificiales antes de bajar al césped con nuestro colegio.

Las gradas aplaudían, ambos colegios aplaudían y me sentía feliz de poder haber conseguido algo.

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Tras eso, un profesor de nombre irrepetible nos condujo hasta el comedor.

Si me había costado acostumbrarme a las locuras del castillo de Hogwarts, este castillo las superaba con creces. Había incluso trampas que todavía funcionaban si tirabas por el mal camino. Menos mal que nos entregaron un mapa, sino ya podía ir cogiendo sitio permanente en la enfermería, mi segunda casa.

El comedor era un poco más pequeño que el de casa, y tenia las mesas con disposición en U, en la que la recta más pequeña de la letra estaba conformada por los tres directores de los colegios y a sus lados los profesores, y luego los prefectos y ya después todo el alumnado.

La cena de esta parte de Europa no me gustaba. Sí, lo digo sin tapujos. Mi paladar no es algo digno de un chef, sólo quiero cosas que sepan bien y algo conocido. Pero esto, para mi gusto, sabía a rayos. Para Dylan no era así, que no paraba de comer.

Conociendo HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora