Sir heler amos

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Cuando una de las brujas, de las cuales el micro-escritor había escrito, leyó el microcuento en el que aparecía, se enfureció tanto, al verse descrita como un ser demoníaco, que visitó al micro-escritor, y, mostrándole su verdadera maldad, le maldijo las manos para que le dolieran y sangraran cada vez que escribiera una historia.

El micro-escritor al no poder resistir el dolor y el sangramiento de sus manos, dejó de escribir por un par de semanas y buscó a la bruja para que le levantara la maldición; pero ésta, enfurecida todavía, le dijo que solo le levantaría la maldición si él editaba su microcuento y la describía como un ser bello y celestial.

El micro-escritor, ofendido, rechazó la propuesta de la bruja, regresó a su casa, y soportando el dolor y el sangramiento de sus manos, siguió y siguió escribiendo más microcuentos.

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