La piscina del infierno

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- ¡Mira! - dijo el joven, furioso, lanzándole el periodico a su mamá que estaba al otro lado de la mesa - Hayaron otro muerto en la piscina, voy a hablar.

- ¿Estás loco? - le respondió la madre, tranquilamente, sin ni siquiera tomarse la molestia de mirar el periodico - Si hablas, dirán que estás loco y te encerrarán en un manicomio.

- ¡Pero mamá! No puedo quedarme callado más tiempo, tengo que hablar, decirles todo, para que cierren la piscina y no ocurran más accidentes.

- ¿Y crees que te creerían? ¿En verdad crees que te creerían? - dijo la madre, juntando su tostada con mantequilla.

- ¡Mamá! Yo ví, con estos dos ojos, como desde la pequeña grieta que se abrió en el fondo de la piscina, con el último terremoto, salieron decenas de demonios y jalaron hasta el fondo a aquel pobre muchacho, que nadaba tranquilamente, por los pies hasta que se ahogó.

- Y eso es problema tuyo ¿por qué?..

- Mamá, ¿Cómo puedes ser así?

- Soy así, porque la vida me ha enseñado a no meterme en lo que no me incumbe - dijo la madre indiferentemente - y espero que tú, hijo mio, sigas mi consejo y no tengas que aprenderlo por tu propio escarmiento, si hablas, te catalogarán cómo loco, nadie te creerá y, además, te ganarás a decenas de demonios de enemigos, así que, vamos, olvidate de eso, termina tu desayuno y alistate que se está haciendo tarde.

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