Cuando era pequeño, al niño heredero, nunca lo dejaron jugar con un paraguas dentro de la casa, porque según todas las mujeres de la mansión, si él llegaba a abrir el paraguas dentro de la casa se moriría su madre.
Cuando el joven heredero creció, le pidió a su mamá que le cambiara su carro del año anterior por uno del año actual; pero su madre, para darle una lección de humildad, le dijo que no; y él, enojado, salió corriendo de su despacho, bajó las escaleras y llego al vestíbulo, donde agarro un paraguas negro y lo abrió dentro de la casa.
Su madre, quien había salido corriendo detras de él para tratar de calmarlo, lo vio abrir el paraguas dentro de la casa y se sorprendió tanto, que le dio un infarto y cayó muerta desde la parte alta de las escaleras.