Cuando se asomó por la ventana de la oficina para ver si ya había dejado de llover, vio que había un arcoiris en el cielo y que, hacía él, volaban cientos de mariposas monarcas; pero antes de que pudiera sonreir por lo pintoresca que le había parecido la escena, su teléfono célular vibró y, olvidándose de lo que acababa de ver y sentir, lo contestó, enojada, y siguió su día como si nada.
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