El atajo por el cementerio

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Siempre que regresaba del trabajo, tomaba el atajo por el cementerio; pero, está vez, como había trabajado hasta tarde y ya había anochecido, decidió tomar el camino largo y no meterse por el cementerio porque allí debían de salir muchos fantasmas y él les tenía miedo.

Cuando llegó a casa, él mismo parecía un fanstama por lo pálido y frio que había llegado trás haberse encontrado, por el camino largo, a los cientos de fantasmas quienes, aburridos de estar siempre en el cementerio, salian a dar a una vuelta por el camino y dejaban el cementerio solo para que la gente que tomara el atajo por allí no se asustara.

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