- Mamá, ¿de donde venimos? - le preguntó el pequeño ornitorrinco a su madre al ver su reflejo en el estanque donde bebía.
- ¿Qué dijiste, pequeño?
- Te pregunté de donde venimos - repitió - ¿Venimos de los patos?
- No, pequeño, no venimos de los patos.
- ¿Y de los castores? ¿Venimos de los castores?
- No, pequeño, tampoco venimos de los castores.
- ¿Y, entonces, de donde venimos?
- Nosotros venimos de allí - le respondió la madre ornitorrinco señalando con su pico a un edificio blanco que estaba al lado del estanque.
- ¿De allí? - preguntó el pequeño ornitorrinco extrañado - ¿De ese edificio blanco por donde va entrando ese humano que tiene una bata blanca larga y que lleva un pato y un castor enjaulados en las manos?
- Si, pequeño, de allí venimos, y ese humano que mencionas, sí, ese que se está riendo como loco, es nuestro creador, nuestro Dios.