El poder de los tacones

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Cuando la abogada llegaba a los tribunales con sus zapatillas bajitas, todos allí la ignoraban y ni siquiera la saludaban; pero cuando llegaba entaconada y haciendo toc, toc, toc con cada paso que daba, todos, en los tribunales, se detenían un momento para saludarla y ayudarla a resolver los casos que ella llevaba.

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