Decidido a divertirse en todos y cada uno de sus días de verano, el pequeño Tommy se sentó junto a la ventana y se divirtió toda la tarde haciendo carreras imaginarias con las gotas de lluvia que se estrellaban contra el vidrio y que luego resbalan hacía la repisa; sin dejar que la tormenta, en lo que debería haber sido un día soleado, arruinara uno de sus días de verano.