Capítulo 36. [Presión]

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— Por favor, Renne... tienes que conseguirme otra vez ese computador— Me encuentro rogandole a Renne, hace dos semanas hablé con Ana. Se sintió bastante bien aunque yo vi en su carita rastros de cansancio y nostalgia y no dejo de pensar en ello. A pesar de que sé que vernos por videollamada la hizo feliz siento que al terminarla sintió lo mismo que yo; un vacío amargo que sonríe con crueldad.

Renne está acostada en mi cama, tiene cara de fastidio y no la culpo; he estado insistiendo demasiado.

— No puedo creer lo necia que eres Alexandra, la chica ya te ha dicho cien veces que no puede, ya cállate, ¿quieres?— dijo Mariana mientras está acostada en su cama con un libro entre sus manos, tiene la costubre de dirigirse a mí sin voltear a verme. Lo pongo los ojos en blanco.

— ¿A ti en qué te afecta?— respondí a la defensiva. Mariana me lanzó una mirada por arriba de su libro.

— En que no me dejas hacer mi lectura como me gusta; ¡en silencio!— Escuché a Renne echarse a reír. Hice una mueca de berrinche y me lancé en la cama con Renne. Ella me observa con compasión.

— Te juro Alexandra que no he podido volver a conseguirla, no fue nada fácil la otra vez, además tuve que hackear un programa para poder conseguirte Internet, si alguien se dio cuenta sabrán que fui yo, nadie aquí sabe hacer eso mas que yo...— explicó Renne.

Se escucharon unos golpes en la puerta. Miré a Mariana, ella me volteó los ojos y se levantó refunfuñeando para abrir la puerta.

— ¿Qué quieres?— dijo ella con indiferencia. 
— Traigo ésta carta para Alexandra...— es la voz de Mariano, me giré y lo vi parado allí, trae puesta una pijama. Es fin de semana y podemos vestirnos como se nos plazca. Mariana trae un boxer cortito y una playera muy ajustada, su cabello dorado está suelto. 

— ¿Una carta?— respondo desde mi cama.
— Sí... aquí dice que es de Isabel Stone...— dice Mariano enseñándo la carta.
— Gracias— le dice Mariana para después cerrarle la puerta en la cara. Se acerca a mí y me la entrega.

Tomo el sobre y en efecto, la carta es de mi madre, no me emociona mucho, puede esperar... la dejo caer en el piso.

— ¿No la vas a leer?— pregunta con sorpresa Mariana. Niego con la cabeza.
— Pero Alexandra, ¿y qué tal si es importante?— pregunta Renne. Les arrugo la nariz en negación.

Renne se pone de pie y recoge la carta. Me pide permiso con la mirada, le respondo una sonrisa de aprobación. Abre el sobre con cuidado y saca la carta, la observa detenidamente y voltea a ver a Mariana y después a mí, tiene un toque de misterio en su sonrisa. 

— ¡Anda, empieza ya!— dice Mariana. Al parecer la menos emocionada soy yo.

— Que bonita letra tiene tu madre, Alexandra... a mí jamás me ha salido así... pero en fin... a ver... ésto dice...— Renne trataba de leer la carta. —Okaay... Hola Alex, supongo que ya has de reconocer mi letra, sí... soy yo, por ahora no puedo decirte cómo lo hice pero si estás leyendo ésto significa que lo logré... ¿lo logré?— dice Renne dudosa. Me levanto de un solo brinco y le quito la carta de las manos. Mariana y Renne me observan admiradas. Las ignoro un momento, estoy ocupada viendo la carta. Es la letra de Ana, por supuesto que sí.

— ¿Pasa algo?— pregunta Mariana.

— Ésta carta no la hizo mi madre... ésta letra es de Ana— repuse con la voz nerviosa. Las chicas me observan. — No me gusta la sensación que estoy sintiendo... no sé pero el estómago se me ha revuelto— me siento en mi cama sin dejar de ver la carta. Mariana se acerca a mí y me quita la carta de las manos.

ELLA ES MÍA. (LESBIAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora