Capítulo 57. [Elevador]

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— Alex...— dice ella en un suspiro.

— Ana...— susurro.

Me acerco a ella para besarla, cierro los ojos lentamente, Ana no hace nada para alejarse, mis latidos aumentan de ritmo. Mis labios están cerca a los de ella. Pero algo pasa, siento el dedo indice de Ana en mis labios, detendiedolos. Abro los ojos y suspiro. Ella me observa.

— ¿Por q...— pregunto, ella me interrumpe poniendo más fuerza en su dedo que tiene en mis labios.

— Alex— dijo ella viéndome con ternura, le puse toda mi atención, continuó. — No te dejaré hacer ésto, sé lo que estás sintiendo, sé que la sangre te está hirviendo por besarme, también sé que sientes toda esa adrenalina correr por tu cuerpo y que es excitante pero creéme... si lo haces, si te dejas llevar por éste momento que durará un par de segundos, te arrepentirás toda tu vida... y aunque para ti solo sea un beso, un momento en el cual te dejaste llevar por tus sentimientos, para alguien más será una traición y lastimarás a una persona que espera por ti, a una buena persona que te ama y estoy segura que no querrás vivir con eso, porque creéme Alex, vivir con eso es horrible, yo ya estuve en tu lugar hace un par de años atrás, tenía una novia hermosa y que me amaba y yo la traicioné, y arruiné todo y vivo con eso ahora, y esa novia de la que te hablo me importa tanto que no permitiré que arruine su vida ni la de su actual novia, así que por favor Alex, no me beses...— Ana terminó de hablar, sus ojos se llenaron de agua pero ella está sonriendo, es una sonrisa llena de paz al igual que su mirada. 

Sus palabras me llevan nuevamente a aquél momento en el que entré a esa habitación y la vi besándose con Aranza, ahora puedo entender sus palabras. Me quedo un momento en silencio para digerir lo que ha dicho, me aparto de ella y me abrazo de mis piernas para pensar.

— ¿Aún te importo?— Sí, esa fue mi respuesta después de diez minutos en silencio. Ana me observa incredula, su mirada me causa gracia y me sonrojo, creo que está pensando en que mi pregunta es estúpida e innecesaria.

— Siempre vas a importarme...— dijo ella con indiferencia, ni siquiera volteó a verme. Fruncí el ceño.

— Tú también a mí...— susurré para mis adentros, Ana me vio de reojo, sé que escuchó mis palabras pero me ignoró y fingió no escucharlas. 

Decido ponerme de pie y empezar a oprimir todos los botones del elevador.

— ¿Crees que así lo arreglarás?— dice Ana.

— Ya tenemos casi dos horas atrapadas aquí, es estúpido que no lo puedan arreglar aún, ya quiero irme de éste estúpido elevador y de ésta estúpida plaza— dije furiosa. Ana se quedó callada. Nuevamente el silencio nos hizo compañía. 

Han pasado quince minutos más, yo sigo de pie y ella sigue sentada, siento su mirada sobre mí en ocasiones, giro a verla y de inmediato ella gira su mirada hacia otro lado.

— ¿No estás harta de estar aquí?— le pregunté impaciente, viendo con esperanza los focos apagados del elevador. Realmente quisiera que funcionaran y poder salir de aquí, es una tortura.

— No...— responde ella. 

— Yo tamb... espera, ¿dijiste que no?— me giré a verla. 

— Dije que no, no estoy harta. Afuera hace calor, aquí por lo menos la ventilación es buena— dijo Ana y me regaló una sonrisa. Rasque mi nuca pues me confunde. Me giré hacia los botones, dándole la espalda nuevamente a Ana.

— No entiendo... si ésta porquería se detuvo es porque la energía se fue, o sea, no hay luz, y el aire que sale de aquí está conectado a la electricidad...— murmuré. Ana se puso de pie.

ELLA ES MÍA. (LESBIAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora