Capítulo 25. [Una vez más]

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— Y entonces... ¿vas a comerte eso?— dijo Alberto señalando mis papas. Ambos estamos recostados en mi cama, por encima de las cobijas, Alberto vino a hacerme compañía. 

  — No— tomé las papas y se las di, él sonrió como un niño cuando le dan un dulce.

— Espera, tienes que comer algo, ¿cuándo fue la última vez que comiste una comida completa?— me frunció el ceño. Lo ignoré. — Ohhh, préstame el control de la tv— Alb puso el concierto en vivo de Fifth Harmony. — Woow, no le digas a nadie pero soy fan de éstas chicas, las cinco son súper hermosas y tienen un ritmo que ufff— Alberto se quedó como bobo viendo el concierto. Yo me puse a revisar mi celular, aunque no tenía nada, fingía. — Y pensar que en éstos momentos allí pudieras estar tú y Ana, ¿verdad? ¿qué pasó con las entr...— Alberto puso sus manos en su boca, supo que la estaba cagando. Lo fulminé con la mirada y le puse los ojos en blanco. 

— ¿Puedes dejar de hablar un minuto? POR FAVOR.— le cambié a la tv. 

— Lo sieeento de verdad de verdad de verdad de verdad, ya no voy a decir ni una sola palabra, ¿me disculpas? olvidé que mencionarte cualquier cosa que te recuerde tu relación con Ana te lastima, no quise revivir un recuerdo... aunque... no es un recuerdo porque no alcanzaron a vivirlo, ¿cierto? de todas formas lo lamento much...— Interrumpí a Alberto que hablaba tan rápido y sin pensar lo que está diciendo.

— ¡YA! ¡Está bien, Alberto!—  Pellizqué sus labios, manteniéndolos cerrados.  Él me observó tiernamente. Le sonreí. Alberto es como un niño pequeño, sé que no hace las cosas adrede.

  — Lo lamento— balbuceó aún con mis dedos manteniéndo sus labios cerrados. Me reí. Asentí. Él se puso de pie y se dirigió al baño. — Wooow, ¿el hecho de que tu mamá no te habla  incluye que no lave tu ropa?— gritó Alb desde el baño. Tengo el cesto de ropa lleno. 

— Incluye que no existo para ella— respondí.

— Deberíamos lavarla, se te acabará la ropa limpia y como soy la única persona que pasa tiempo contigo, me siento con el derecho de obligarte a que huelas bien, mínimo— dijo Alberto desde el baño. Me hizo reír. 

— Jamás he lavado mi ropa—
— Yo sí, lavo mi ropa desde que mamá nos abandonó a papá y a mi— dijo Alberto sin bajar su entusiasmo.

— Abajo está el cuarto de lavado— Me puse de pie. Alberto tomó la canasta con ropa y la llevó, yo lo guié.


— Listoooo, ya sólo falta ésta y terminamos— dijo Alberto peinando sus rizos hacia atrás.
— No creí que fuera tan sencillo— Fui por más jabón.

— Alex, creo que encontré algo— 
— ¿Dinero?— pregunté.

— No sé, un sobre... quizá adentro haya dinero— escuché decir a Alb. ¡El sobre que me dio Adán! Corrí a Alberto. Él ponía el sobre en la luz para ver si podía verse algo, se lo quité de inmediato. — Uyy, es la cámara secreta o qué?—

— No sé, me lo dio Adán en mi cumpleaños, lo había olvidado por completo, debí dejarlo en el suéter que usaba esa noche— Alberto mostró el suéter donde lo encontró, es el mismo.

— ¿Te lo mandó Aguja?— 
— Ya te dije que no le digas así— le fruncí el ceño.
— Es para no decir su nombre, evito dañar tu corazón— Alb se cruzó de brazos indignado. 
— Sí, me lo mandó ella.— respondí viendo el sobre.
— ¿Quieres abrirlo? o esperarás a que me vaya?— preguntó Alberto. Lo observé.
— No, no puedo hacerlo, no puedo siquiera abrirlo— 
— ¿Entonces cómo piensas leer lo que hay dentro?— 
— Tú lo harás por mi— dije seria. Alberto abrió los ojos como plato. Le di el sobre.

ELLA ES MÍA. (LESBIAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora